Para nadie es un secreto que, tras uno de los ciclos más exitosos en la historia reciente de la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM), los Tigres del Licey, uno de los equipos de béisbol más emblemáticos y ganadores de ese país caribeño, atraviesan un momento extraño y complicado, que los mantiene fuera de la clasificación al Round Robin del béisbol profesional quisqueyano, después de disputar la mitad del calendario de la temporada regular, todo ello de acuerdo al portal “ESPN”.
Varios factores se han combinado para que, tras 25 encuentros, el Licey sea el único equipo que aún no ha alcanzado las 10 victorias este año.
Y aunque el conjunto ha ejecutado dos movimientos internos importantes, con salidas de coaches y jugadores, nada parece cambiar el rumbo.
Sin embargo, cuando se busca la razón principal del desplome azul, todo apunta en una sola dirección: La ofensiva simplemente no ha existido.
Domingo Leyba es uno de los bateadores del Licey que no ha podido despegar ofensivamente.
En los primeros 25 juegos, los Tigres del Licey son cuartos en promedio de bateo colectivo con .238, cuartos en OBP con .323 y cuartos en SLG con .332, lo que los coloca también como cuartos en OPS con .655.
Son últimos en cuadrangulares, con apenas 11, y últimos en carreras anotadas con 91, además de últimos en remolcadas, con sólo 81. A esto se suma que son segundos en ponches recibidos, con 220, y penúltimos en bases por bolas negociadas, con 96.
La crisis ofensiva se intensifica aún más cuando se observan los números situacionales.
Con corredores en base, el Licey tiene el peor promedio de la liga: .200 en 410 turnos, y el panorama es incluso más sombrío cuando los turnos llegan con hombres en posición anotadora, donde batean apenas .188 (45 hits en 239 oportunidades).
No sorprende, entonces, que sean últimos en carreras impulsadas con corredores en posición de anotar, con sólo 63, y penúltimos en impulsadas después de dos outs, con 43.
El equipo es cuarto en carreras creadas por cada 27 outs (3.79), y tiene la peor relación turnos–jonrones (AB/HR) del torneo, con un cuadrangular cada 76.6 turnos, cerca de 20 turnos más que el conjunto que le sigue.
La falta de poder ha sido una losa gigantesca para el Licey: De 201 hits conectados, sólo 53 han sido extrabases, apenas el 26.37 por ciento, y, cuando se combina eso con la falta de agresividad efectiva en las bases, son líderes en corredores atrapados en intentos de robo, con 12, y antepenúltimos en estafas, con 31, y están dependiendo exclusivamente de múltiples imparables para anotar carreras, lo que se convierte en un problema estructural que ya les ha cobrado un precio muy alto.
Al final, la historia del Licey en esta primera mitad de temporada apunta en una sola dirección: Un equipo sin consistencia ofensiva, sin capacidad para generar presión sostenida ante los lanzadores, y, sobre todo, sin un plan claro que respalde cada turno al bate.
Los números no mienten. Los Tigres están perdiendo partidos porque no pueden producir carreras de forma consistente.
Si el Licey pretende salir del sótano y recuperar un nivel competitivo real, necesita una transformación profunda de su enfoque ofensivo, no parches ni ajustes aislados.
De no lograrlo, esta campaña podría terminar marcada como el cierre de una etapa que los llevó a tres finales consecutivas y a dos campeonatos, logros que hoy lucen más distantes que nunca (RG).