El director de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) en el estado Apure, Juan Bautista García alias ‘Gavilán’, por estar presuntamente incurso en las torturas y posterior muerte del detective del Cicpc, Ángel Juan Pantoja.
Al militar se le estarían imputando los delitos de homicidio por motivos fútiles y quebrantamiento de cadena de custodia, así lo reseña Radio Fe y Alegría. Además también habrían sido imputados los funcionarios Luis Uzcátegui, Nixon Mirabal, Alvin León y Edgard Almandoz.
Es importante resaltar que por este hecho ya habían sido aprehendidos e imputados los funcionarios de la Dgcim, Yarumy Rafael Figueroa y José Carlos Flores Pérez, quienes supuestamente habrían golpeado y luego provocado la muerte de Pantoja. Actualmente se encuentran recluidos en la sede del mismo organismo en Boleíta, Caracas.
Trascendió que los cuatro funcionarios de este cuerpo de contrainteligencia militar serían presentados ante el Tribunal Segundo de Control del estado Apure el sábado 23 de julio.
Los hechos
El pasado 7-Jul fue hallado sin vida en una celda de la Dgcim, ubicada en el sector Merecure, del municipio Biruaca, Apure, el D/A del Cicpc Juan Pantoja, quien había sido detenido dos días antes.
En una primera versión, el propio director del organismo Juan García manifestó que Pantoja, de 32 años de edad, se había metido en un pipote de agua que estaba en la habitación y por tanto había muerto por asfixia mecánica.
Pero los forenses especializados, que llegaron desde Caracas, practicaron una segunda autopsia en la cual determinaron que el funcionario había muerto por sumersión, ahogado en una pipa llena de agua, además que también recibió varios golpes en su cabeza, pecho, estómago, brazos y piernas, sufriendo incluso un derrame cerebral y abundante líquido en sus pulmones.
Al conocerse del suceso, varios activistas de derechos humanos exigían que también se determinaran por parte del Ministerio Público las responsabilidades de las cadena de mando. Al parecer, la Fiscalía General atendió esta demanda en el caso de García.
Fuente: Fe y Alegría