Cuando hace unos años, se divulgó el audio en el que, Mario Silva, vocero oficioso del narcogobierno de Chávez, en coro, con un espía del G-2 cubano, descalificaban por ladrón, al “Segundo de Abordo de la Revolución”, el título de “guisador” de este último, era fama, entre sus propios, camarados y camaradas. Desde los mejor enchufados, hasta los porteros y aseadores más modestos de la última dependencia del desgobierno.
Se iniciaba, apenas, la RoboLución, primeros días de 1999, y ya el cronista tuvo la desgracia de poseer información, bien fundada, al respecto. Ocurrió en encuentro casual en el extranjero, con un condiscípulo, merecedor de la mayor credibilidad, alto ejecutivo de la “Bell South”, entonces accionista casi total, de TELCEL de Venezuela.
– Los tengo en el peor de los conceptos -le respondí sin rodeos a mi interlocutor, cuando me preguntó qué opinaba del nuevo presidente de Venezuela y su equipo- el único que se salva, quizás, es el que nombraron al frente de la “Comisión Nacional de Telecomunicaciones”. Un teniente retirado, ingeniero, que se vanagloria, en privado, de no ser político, sino un técnico y que hace unas semanas, por cierto, le presentó a la Comisión Legislativa Nacional o “Congresillo”, un proyecto de Ley Orgánica de Telecomunicaciones, bastante aceptable.
-¡Che, vos sos un pelotudo! -me replicó mi apreciado condiscípulo, con su marcado acento argentino – ese teniente retirado que te causa tan buena impresión, chantajeó a mi empleadora con ¡tres millones de dólares! a cambio de presentarle como suyo, al “congresillo” en cuestión, el proyecto de ley en referencia, cuyos verdaderos redactores, terminaron siendo, los abogados de nuestra empresa…
La corrupción con furor de Mesalina, del protagonista de la presente crónica ha dado para todo. Ha dado para el jet de USD 20 millones y para los 14 inmuebles de superlujo, entre Miami y Nueva York, por un gran total de USD ¿200? ¿400? ¿600? millones, que le incautó el gobierno de EE. UU., a un tal, Sarría, su supuesto testaferro y lavador de dinero; ha dado para los “entierros” en nocturnidad y al descampado, en bóvedas blindadas, de lingotes de oro por no sé cuántos millones, sin olvidar las rutas de exportación de toneladas de cocaína, que ha manejado directamente, como jefe del “Cártel de los Soles” según lo atestiguó, pruebas en mano, a la DEA, para ganarse su “delación premiada”, Leamsy Salazar, su exguardaespaldas y exhombre de confianza; ha dado para los peajes cobrados a lo largo de 14 años en el SENIAT y en las aduanas, hermanado, en la sangre y en el cohecho con David (a) “El Mocho”, sin contabilizar los que también devengó con su carnal, protegido y comanditario, el general Rotondaro, el más depredador directivo en la historia del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales; ha dado para el exorbitante cúmulo de evidencias incriminatorias en su contra y contra 13 de sus narcocompinches, integrantes del llamado alto gobierno, lo cual desembocó en recompensas por alrededor de USD 100 millones a favor de aquellos que colaboren con sus capturas.
¿Y qué mosca, habrá picado al susodicho que el lunes pasado, pese a la muy apretada síntesis que hemos hecho de su abultado prontuario, emplazó a sus copartidarios a redoblar esfuerzos en la lucha contra la corrupción?
Cuentan que, durante su mandato, el general Juan Vicente Gómez, salió de su base, de Maracay, a una gira por el estado Aragua. En la ruta hacia La Victoria quiso visitar, de sorpresa, a un compadre a quien había nombrado jefe civil de Turmero.
– Caramba, compadre -le reclamó el “Benemérito” redomado represor- veo que no tiene ni un presito en los calabozos de la jefatura civil.
Después de los cumplidos de rigor, el dictador se despidió de su amigote a quien prometió volverlo a visitar a su regreso, vía Maracay.
Temeroso de caer en desgracia con su jefe máximo, el jefe civil le pidió a un amigo hacerse pasar por preso, en los calabozos de la Jefatura.
– ¡Ajá! -recriminó, Gómez, al supuesto encarcelado en su recorrido de vuelta a casa- Veo que lo encarcelaron. Así será usted de bandido, que hasta un hombre tan bueno como mi compadre, que no mete preso a nadie, se vio en la necesidad de encerrarlo. Lo mejor que puedo hacer, es enviarlo directo pa´ “La Rotunda”- que como aclaramos para los lectores jóvenes, era el peor reclusorio de Venezuela.
Así estarán robando, mientras ustedes, señoras y señores leen la presente crónica, en medio de la presente crisis, sus camaradas del alto, mediano y bajo gobierno, que hasta el “Segundo de Abordo de la RoboLución” los ha llamado a un poquito de orden en la orgía de corrupción. A un poquito de orden, aunque sea.