La Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), aunado a la crisis económica,  promueve la deserción estudiantil al asignar cupos para carreras y universidades que no fueron escogidas por los bachilleres, según el Observatorio de Universidades (OBU).

Eso además cercena sus aspiraciones de estudiar una disciplina y casas de estudio de su preferencia.

Explica que el Sistema Nacional de Ingreso Bicentenario, basado en métodos no académicos, envió a muchos de ellos a estudiar en estados distintos a su domicilio, pero es donde tienen sede las universidades territoriales “creadas por el Gobierno” en donde la calidad educativa no es prioritaria.

En ese contexto, la merma de la matrícula  estudiantil se vislumbra en dos planos en el sector público y en el privado, expresa el director de la OBU, Carlos Meléndez.

 “¿Cómo pedirle a un bachiller que vive en Caracas y que en las opciones de la OPSU optó por estudiar Medicina en la UCV, que se vaya a la Universidad de Ciencias de la Salud Hugo Chávez en San Juan de Los Morros, donde lo mandó el Ministerio?

 A esos jóvenes se les está cerrando las oportunidades y sin darles  opciones. Para quienes están matriculados en  universidades privadas, el panorama también es complicado debido al alto costo de la matrícula muchos no podrán pagar, manifestó el profesor Meléndez. 

Al escenario de la deserción se suma un segundo escenario y es la precaria infraestructura  de las universidades públicas autónomas, que tienen un déficit presupuestario de 98%.

En esas condiciones es muy difícil desarrollar actividades académico administrativas en condiciones mínimas de calidad.

Reconoce que la sociedad civil y egresados hacen un esfuerzo para rehabilitar espacios pero no es suficiente. Cita el caso del decanato de Veterinaria de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) en donde se reactivó el Hospital de animales con ayuda económica de algunos graduados y empresas, pero carece de agua.

“No hay agua ni  para el Hospital, ni para los baños de estudiantes, profesores y trabajadores del resto del Decanato. Los laboratorios no funcionan. No cuentan con refrigeración ni reactivos.

 “El hampa ha desmantelado buena parte de los equipos y los espacios desolados son una amenaza para todos. Tampoco hay transporte para llevar a los estudiantes a las zonas de cría de grandes animales y menos comedor. No podemos hablar de calidad educativa en esas condiciones”, destacó el director del OBU.

Fuente: Observatorio de Universidades

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