A los 141 Años del Cementerio Bella Vista
Hablar sobre Barquisimeto, para muchos que amamos la ciudad con irrenunciable afecto, es como hojear un gran álbum familiar, donde las imágenes van pasando en sucesiva cronología, mostrándonos panorámicas que fueron, gente que ya no está y costumbres que se modificaron, porque es como ir desgranado recuerdos a lo largo de su paisaje que nos entrega siempre bondadosa con sus encendidos cielos en cada atardecer, donde los paseos hacia el oeste, los protagonizaba la Avenida de Bella Vista, que era la prolongación de la calle del Comercio hacia el oeste, es decir, era lo conocemos hoy como la Avenida 20 en el sector comprendido entre las calles 35 y 42, porque era el sitio ideal para otear el crepúsculo y de allí que cuando en 1884 se inauguró el Cementerio de Barquisimeto, se le denominó “Cementerio Bella Vista”, que en el argot popular quedó dentro del imaginario colectivo como “Cementerio Viejo”.
Nuestra antigua necrópolis, con sus enterramientos desde 1884, es la historia viva de la sociología de la ciudad, por los personajes de todo tipo allí sepultados, de gente que ya no está como dijimos al principio, quienes fueron los artífices del Barquisimeto de hoy, sin cuya ejecutorias hubiese sido imposible tener el Barquisimeto de nuestros días, pues en la iconografía de aquellos hombres y mujeres cuyos nombre están registrados dentro de viejo camposanto, son quienes en el pretérito hicieron historia, como Isidra, con su larga vara, envarillando a los muchachos, que le gritaban “veragacha”, o el célebre “Richardi” cuyo nombre real era Simón Heredia, por solo citar apenas dos de esa larga lista de individuos populares de innumerables pasajes que pueblan el anecdotario popular.
En el Cementerio Bella Vista, también conviven personajes como los hijos del General Juan Jacinto Lara, el héroe epónimo de nuestra Entidad Federal, Jacinto Fabricio y Eladio Lara Urrieta. Gobernadores del estado Lara de la talla del General Diógenes Torrellas Urquiola, comerciantes, hacendados, quienes propiciaron la fundación de la Cámara de Comercio del estado Lara en 1901, una de las cinco más antiguas de Venezuela y la fundación de la Sociedad Cooperativa de Agricultores de Cañamelar de Lara y Yaracuy, ideada por el Dr. Leopoldo Torres en 1918, quien está igualmente sepultado en este histórico cementerio. En una palabra, allí se concentra de manera medular la síntesis sociológica y antropológica de la ciudad por una parte y por la otra la estética material de la estatuaria funeraria de finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, de un valor inconmensurable.
Ahora bien, ver en la actualidad el estado en que se encuentra el Cementerio Bella Vista, en la esquina noroeste de la Avenida Rómulo Gallegos con la Avenida Pedro León Torres, sin discusión alguna arruga el corazón y cuando comparamos este auténtico Museo a Cielo Abierto, con camposantos como el Cementerio Colón de la Habana, en Cuba, que data de 1876 y que apenas es una de las veintiuna necrópolis existentes en la mencionada ciudad cubana, el cual fue declarado Monumento Nacional de Cuba en el año 1987, constatamos la poca importancia que le damos al Patrimonio Cultural, pues el Cementerio Bella Vista, se encuentra dentro del Registro General del Patrimonio Cultural Venezolano y en consecuencia esta necrópolis se encuentra bajo la protección de la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural (1993), con base a la cual se estableció la jurisprudencia dictada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (2003), que según ponencia del Magistrado José Manuel Delgado Ocanto, le otorga el reconocimiento de Patrimonio Cultural a todo lo que está debidamente registrado y publicado como tal, por el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), quedando en consecuencia el Cementerio Bella Vista, protegido por la ley.
De la misma manera, esta normativa reguladora del Patrimonio Cultural de la esfera jurídica venezolana, se encuentra concatena con la Ley Orgánica de la Cultura (2014), pero asimismo con la Ordenanza de Cultura y Arte del Municipio Iribarren (2004), la Ley del Patrimonio Cultural del estado Lara (2003), Ley de Cultura del Estado Lara (2016), la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (2010), el Instructivo que Regula el Registro General del Patrimonio Cultural Venezolano y el Manejo de los Bienes que lo Integran (2005), todo ello de conformidad con el Artículo 99 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y los pactos y tratados internacionales sobre la materia suscritos y ratificados por la Nación, como el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la UNESCO (1972), la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial UNESCO (2003), la Convención sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícita de Bienes Culturales. UNESCO (1970) y por lo tanto la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
Esta última apreciación normativa, se fundamenta en la Resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (2016) cuya reinterpretación del Patrimonio Cultural directamente como Derecho Humano, exhorta a todos los Estados a respetar, promover y proteger el derecho de toda persona a participar en la vida cultural, en consecuencia se aborda el Patrimonio Cultural, que forma parte del ejercicio de la función cultural pública, ya que el Cementerio Bella Vista fue erigido a la categoría de Bien de Interés Cultural, por sus atributos artísticos, estéticos, históricos, sociológicos y antropológicos, que lo hizo merecedor de la declaratoria que protege el derecho de las generaciones futuras, a conocer y estudiar una parte fundamental de su identidad cultural, presente en la estatuaria funeraria que allí se encuentra, en los nombres de las personas, personajes y personalidades allí sepultados igualmente.
Evidentemente, que en Barquisimeto en materia de Patrimonio Cultural, estamos en pañales, y lo más triste que no hemos aprendido aún a discernir que la ciudad es un ente vivo, que nos habla con un lenguaje propio que amerita ser escuchado de una vez por todas. La ciudad en su gente, tiene movimientos, tiene miradas, olores, luces y sonidos, sensaciones, alegrías y tristezas, pues desde las percepciones podemos comprenderla realmente a cabalidad, de cara al pueblo, a la gente, al “juambimba” que decía Andrés Eloy Blanco y comprender así finalmente su inteligencia y sensibilidad propia, al acercarnos a ella como el hijo que se acerca a la madre enferma, para musitarle al oído la palabra alentadora, que como bálsamo henchíe el corazón y eleva el espíritu, y así acercarnos a su corazón y auscultar su latir, en el palpitar de su gente, de los dolientes que tiene por legiones esta urbe crepuscular, para adaptarnos a su complejidad y a través de ese cristal, poder vislumbrar cómo podemos contribuir a mejorarla y transformarla en el lugar que queremos habitar, con su Patrimonio Cultural, con su historia edificada presente tanto en el Comentario Bella Vista, como en su minúscula Zona Histórica, cada vez más apretujada entre angustias, desidia e indolencias, en cada mobiliario urbano que se alza en sus plazas, esquinas y recovecos, que nos cuentan historias, que nos narran como nació y creció ella, Barquisimeto, con sus calles y carreras, con sus barrios y templos, con sus personajes y en fin con sus testimonios que marcan nuestra identidad barquisimetana.
El próximo 2 de noviembre, será la conmemoración del Día de los Muertos y el histórico Cementerio Bella Vista de Barquisimeto, luce una cara verdaderamente deplorable, pese que este tipo de camposanto, constituyen importante atractivo turístico, como el Cementerio Colón de la Habana al que hemos hecho referencia, del cual se ha escrito:
“…En una extensa área donde contrasta el verde de la vegetación con el blanco frío del mármol, los recuerdos perduran en la eternidad y envuelven a aquellos que se aventuran a conocer esa parte de la historia de La Habana, contada en el silencio de sus muertos…”
En el Cementerio Bella Vista está el vibrar del pensamiento artístico de Antonio Carrillo con su vals “Como llora una estrella”, quien superó la armonía valsistica al matizarla de audaces acordes, allí está el percutir de los martillos del piano del Dr. Simón Wohnsiedler Morán con su “Noche Campestre” y el Himno de la Divina Pastora”, de esa imagen mariana que tallada en mármol blanco, se alza sobre un pedestal que ha sido desnudado al haberse arrebatado impunemente su revestimiento de la noble piedra de Carrara, mientras en la manzana central se sierran los ojos y se siente la riqueza tonal del clarinete de Napoleón Lucena, autor de la “Marcha Mavare” quien se hizo de la agrupación, cuando Miguel Antonio Guerra Ravelo le entregó en 1915, la batuta de la orquesta típica más antigua aún vigente en Venezuela, otro maestro del clarinete, que desde su mausoleo en el ángulo sureste del viejo cementerio armoniza el flanco sur de la Capilla de 1884, mientras Ángel María Abarca alias “Sansón” con su morrión ingles de policía de alpargatas, fluye para la posteridad bellas creaciones melódicas que aun hacen estremecer el alma, como las que descansan gloriosas después de haber dado tanto, como el Hermano Juan del Colegio La Salle, germen del lasallismo en nuestro país, quien fue factor fundamental en el acueducto de Barquisimeto, el puente de Santa Rosa y muchas otras contribuciones más.
El Cementerio Bella Vista, resguarda los restos de la primera víctima aeronáutica, el Teniente Vicente Landaeta Gil, cuyo nombre distingue a la Base Aérea de Barquisimeto, junto a Arturo Iribarren aviador civil pionero en la región, deportistas, empresarios, maestros en fin la historia viva de una ciudad que siente y palpita.
Cuando miramos la amarillenta hierba que cubre las tumbas, la panorámica es deprimente, y cuando nos adentramos para ver más de cerca el impacto es intenso, ante los destrozos, las profanaciones, la extracción impune de esculturas y de figuras de mármol. La basura concentrada en las vías de circulación vehicular, muestran una indolencia tremenda, la advertencia “no vaya más allá que es peligroso” es altamente desalentadora y entonces un sentimiento de impotencia ciudadana se apodera de uno, unos, de varios, ya que esas tumbas tienen dolientes, tienen historias, de gentes que habitó la ciudad, de gente que habita la ciudad y de gente que habitará la ciudad cuyas narrativas desde el pasado hasta el presente, se sobreponen y crean un gran mosaico, con lo cual a la ciudad urbana, se le suma esta pequeña ciudad simbólica, esta necrópolis, este otro palpitar urbano que encarna dramas, triunfos y pesares, que son los mismo que conforman la vida colectiva.
En días pasados, fuimos entrevistados por el Diario El Informador Venezuela, con respecto al Cementerio Bella Vista, oportunidad en que hicimos un llamado de atención a las autoridades, para que reflexionemos, para que nos pongamos la mano en el corazón como barquisimetanos, especialmente a la Alcaldía de Iribarren ante el abandono del viejo cementerio, a fin de que el camposanto sea recuperado y conservado para las próximas generaciones, porque si no “…Qué le vamos a guardar, a mostrar a las generaciones futuras, qué vamos a mostrar de nuestra historia antropológica y sociológica, esa que está retratada dentro de las esculturas de cementerio Bella Vista…”
Hoy esta entrega de Reseña de la Añoranza, nos ha permitido deambular entre la tertulia cordial de inolvidables figuras que con su afán, contribuyeron a la consolidación y desarrollo de la ciudad de Barquisimeto paso a paso, de tiempo en tiempo, de época en época, lo que nos hizo a su vez deambular entre la palabra aleccionadora de quienes construyeron la historia de este pedazo de tierra bajo este pedazo de cielo y cuyas interesantes vidas, nos han invitado a escudriñar con pasión, las vetustas páginas del pretérito, pues como lo señala, Karima Bennoune, Relatora Especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en la esfera de los derechos culturales:
“…El Patrimonio Cultural es significativo en el presente, como mensaje del pasado y como camino hacia el futuro. Visto desde la perspectiva de los Derechos Humanos, es importante no sólo en sí mismo, sino también en relación con su dimensión humana, en particular su significado para las personas y las comunidades y sus procesos de identidad y desarrollo. Debe entenderse que el Patrimonio Cultural abarca los recursos que permiten la identificación cultural y los procesos de desarrollo de las personas y los grupos, que, implícita o explícitamente, desean transmitir a las generaciones futuras…”
Barquisimeto, domingo 12 de octubre de 2025.
Fuentes Consultadas:
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- Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) UNESCO. Reunión 32ª. octubre 17, 2003. París. Francia. [Documento en línea] Disponible: http://portal.unesco.orge
- Convención sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícita de Bienes Culturales. UNESCO. Reunión Decimosexta. Noviembre 14, 1970. París. Francia. [Traducción: Denise Armitano, para el Seminario Taller “Convención Sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural” del 4 al 6 de septiembre de 1991].
- Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) Asamblea General de las Naciones Unidas. Resolución No. 217 A. diciembre 10, 1948. París. Francia. [Transcripción Presentada, anotada y concordada con la Constitución venezolana por Jairo García Méndez (2014) Universitas Fundación. Barquisimeto].
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- Ley del Patrimonio del Estado Lara (2003) Gaceta Oficial del Estado Lara. Agosto 08, 2003. Barquisimeto.
- Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural (1993) Gaceta Oficial Extraordinario No. 4623. Septiembre 3, 1993. Caracas.
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