Hablar de sexo parece hoy más fácil que nunca. Está en las redes sociales, en las series de televisión y en las conversaciones entre amigos. Pero detrás de esa aparente libertad, existe un problema del que casi nadie habla y que afecta a miles de personas: la anorexia sexual.
Se trata de un trastorno poco conocido que va más allá de “no tener ganas”. Quien lo padece siente un rechazo casi automático hacia la intimidad, lo que puede provocar ansiedad, aislamiento e incluso la ruptura de relaciones.
¿Qué es exactamente la anorexia sexual?
La anorexia sexual no tiene que ver con ser asexual. Una persona asexual simplemente no siente atracción sexual y lo vive con normalidad. En cambio, en la anorexia sexual hay sufrimiento: la sola idea de tener un encuentro íntimo genera incomodidad, miedo o rechazo.
Algunos expertos lo describen como “morirse de hambre” de afecto y de contacto físico. Así como la anorexia alimentaria implica un rechazo a la comida, en este caso lo que se evita es el sexo y cualquier situación que lo rodee.
¿Por qué ocurre?
Las causas son variadas y no siempre hay una sola explicación. Los psicólogos coinciden en que suele haber una mezcla de factores:
- Experiencias traumáticas previas, como abusos o violencia de género.
- Una educación muy represiva, que transmite la idea de que el sexo es algo sucio o prohibido.
- Problemas en la pareja, que poco a poco generan un rechazo general.
- Trastornos emocionales como la depresión o la ansiedad.
- Factores médicos, desde desequilibrios hormonales hasta efectos secundarios de algunos fármacos.
En culturas como la latina, donde la sexualidad se vive entre la presión de “tener que desear” y la culpa por desear demasiado, el problema puede hacerse aún más grande.
Señales de alerta
La anorexia sexual no siempre se nota desde fuera, pero hay síntomas frecuentes que ayudan a identificarla:
- Evitar cualquier tipo de contacto íntimo.
- Rechazar planes románticos o conversaciones sobre sexo.
- Sentir culpa o malestar después de una relación forzada.
- Ansiedad o pensamientos obsesivos sobre cómo evitar encuentros sexuales.
- Conflictos de pareja por la falta de intimidad.
En casos más extremos, la persona puede aislarse socialmente o compensar con conductas como el consumo excesivo de pornografía, seguido de rechazo y culpa.
¿Se puede superar?
La buena noticia es que sí, existe tratamiento. El primer paso es reconocer el problema y pedir ayuda. Los especialistas recomiendan:
- Terapia psicológica o de pareja, para trabajar los miedos y reconstruir la confianza.
- Educación sexual, para desmontar mitos y aprender a relacionarse con el deseo sin presión.
- Tratamiento médico, si existen causas hormonales o físicas detrás.
- Grupos de apoyo, que ayudan a romper el aislamiento y compartir experiencias.
No se trata de “tener más sexo”, sino de reconciliarse con uno mismo y vivir la intimidad de manera sana, sin miedo ni culpa.
La anorexia sexual sigue siendo un tema tabú, pero hablar de ella es fundamental. Quien la sufre no está solo ni condenado a vivir así. Con el acompañamiento adecuado, es posible recuperar una vida plena, tanto a nivel personal como en pareja.
La sexualidad, como la mente y el cuerpo, también merece atención, comprensión y respeto.