El Gobierno venezolano rechazó el jueves 13Nov, la equivalencia «entre el agresor y la víctima» que, a su juicio, emitió la Secretaría General de las Naciones Unidas al llamar por igual a Estados Unidos y a Venezuela a «desescalar tensiones» en el Caribe.
En la misiva, el país denuncia que los comentarios del portavoz Stéphane Dujarric equiparan injustamente a Venezuela y Estados Unidos como responsables por igual de la situación, cuando, según Caracas, «la agresión proviene únicamente de Washington».
El embajador venezolano ante la ONU, Samuel Moncada, explicó en un video que la carta, fechada el 12Nov, busca exponer la «falsa paridad» que se ha planteado entre víctima y agresor y subrayar que la militarización del Caribe por parte de Estados Unidos y las acciones extrajudiciales cometidas en aguas internacionales representan una «amenaza directa al pueblo venezolano.»
Moncada enfatizó que se trata del tercer episodio de este tipo desde agosto de 2025, lo que, a su juicio, refleja un patrón de «sesgo» por parte de la Secretaría de la ONU que vulnera los principios de neutralidad e imparcialidad consagrados en la Carta de la organización.
En defensa de las maniobras militares venezolanas, el diplomático señaló que se trata de «operaciones soberanas y defensivas», llevadas a cabo dentro del territorio nacional como respuesta a lo que Caracas considera una «amenaza extranjera explícita e inminente», amparadas en el Artículo 51 de la Carta de la ONU.
Además, exigió que la oficina del secretario general «adopte medidas inmediatas», incluyendo la «condena pública del despliegue estadounidense en la región, el retiro de sus fuerzas y la garantía de que futuras declaraciones del portavoz no equiparen a la víctima con el agresor».
Moncada concluyó afirmando que la narrativa de «falsa paridad solo sirve para justificar la continuidad de la agresión de Estados Unidos contra Venezuela y para socavar los esfuerzos del país por defender su soberanía y su derecho a la paz».
Desde agosto, buques de guerra, destructores, aviones de combate y el portaaviones USS Gerald R. Ford patrullan la región, en lo que constituye la operación más amplia del Pentágono en el Caribe desde la invasión de Panamá en 1989.