La barbarie de la Guerra Federal (1859 – 1863), que arrasó poblados, sembró terror, llenó de muerte y desolación a comunidades enteras, llevó a Benigno Hernández y Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros y Monsilla, joven pareja y futuros padres de José Gregorio Hernández, a dejar la localidad de Pedraza, en el estado Barinas.
Su huida de esa localidad llanera los llevó a instalarse en Boconó, lugar de nacimiento de Benigno. Allí, Inocencio Carvallo, amigo incondicional, les orientó, ayudó y motivó a instalarse en Isnotú, estado Trujillo.
Es así como, finalmente, en un pueblo de agradable clima, pintoresco y con habitantes cálidos y gentiles, Benigno y Josefa Antonia, pudieron visualizar un mejor futuro.
La pareja adquirió una casa en la calle principal del pueblo. Benigno, que era comerciante, estableció allí su bodega. El hombre se caracteriza por su trabajo y solidaridad, al punto de entregar los productos a crédito, sin sobreprecio o especulación.
El pueblo de Isnotú comenzó como asentamiento en el año 1847, y son de 1877 los primeros informes de su existencia, con el nombre de Isnatu o Isnatud. Así lo reseña el Obispo Mariano Martí en una crónica que escribió tras una visita pastoral.
Enclavado en plena montaña, esta maravillosa localidad era entonces una pequeña aldea o caserío propicio para el desarrollo de las actividades comerciales.
Fue paso obligado para viajeros en el siglo XIX y lugar para el intercambio comercial entre esa parte de Los Andes y las localidades de la costa sur del Lago de Maracaibo.
Su cualidad de tierra de vocación agrícola, fértil para el cultivo del café, frijoles, plátanos, cambures, maíz, caña de azúcar, le hacían ideal como nuevo asiento.
El matrimonio, la base de la familia Hernández Cisneros El 22 de octubre de 1862, en la iglesia San Juan Bautista, en Betijoque, Benigno Hernández y Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros y Monsilla, unieron sus vidas con el sagrado sacramento del matrimonio y comenzaban una vida próspera en medio de la localidad que los cobijaba.
Rápidamente, Benigno hizo lazos comerciales con artesanos de la zona, agricultores, comerciantes de la región y viajeros representantes de casas comerciales de Europa.
Su negocio creció aceleradamente, lo cual le permitió expandir su catálogo de productos. Llegó a vender desde víveres, frutos y mercancía seca, hasta plantas y medicinas, telas, zapatos, herramientas, objetos de ferretería y quincallería en general.
En medio de esta fructífera vida de la feliz pareja, llegarían los hijos, con quienes conformarían una familia bajo los preceptos del amor y la fe.
Antes de José Gregorio, Benigno y Josefa Antonia tuvieron una niña, María Isolina, quien desafortunadamente falleció a los siete meses de nacida. Luego nacerían José Gregorio, María Isolina del Carmen, María Sofía, César Benigno y José Benjamín.
Al fallecer Josefa Antonia, Benigno, ya reconocido en la zona por su posición económica, contrae nuevas nupcias con María Ercilia Escalona Hidalgo, el 16 de noviembre de 1876, en Boconó. Tuvieron seis hijos: María Avelina, Pedro Luis, Ángela Meri, Cira María, (monja dominica enclaustrada, con el nombre de Sor María Magdalena, llegando eventualmente a ser la Priora del Convento del Rosario de las Madres Dominicas, en Puerto España, Trinidad). José Benigno y Hercilia del Carmen.
Nacimiento
José Gregorio Hernández Cisneros nació el 26 de octubre de 1864 en aquel hogar de Isnotú donde horas antes de su llegada a este mundo, se había discutido su nombre.
Se mencionó el de Benigno, pero al final, José Gregorio, el de su abuelo, fue el elegido. El niño se convirtió en el primogénito después del fallecimiento de su hermana María Isolina.
El travieso José Gregorio daba sus primeros pasos y sus padres decidieron contratar a Juana Viloria, una joven de la localidad, como su niñera.
Juana le atendió en sus primeros juegos. Le entretenía con un carrete de hilo y una metra. El niño hacía rodar la metra para tumbar el carrete colocado sobre uno de sus extremos, al hacer blanco le correspondía a Juana Viloria lanzar la metra.
Lázaro Aranguren
