Los bolsillos de los barquisimetanos están bajo presión. Un reciente recorrido por el Mercado Terepaima, uno de los más concurridos de la ciudad, ubicado en la avenida Venezuela, entre calles 35 y 36, muestra que los precios de los productos básicos siguen su escalada, obligando a los consumidores a hacer malabares para poder llevar comida a sus mesas.
Un vistazo a la cesta de alimentos
Los precios de los vegetales varían considerablemente. El kilogramo de tomate alcanza los Bs. 400, mientras que el de pimentón llega a Bs. 499. Productos más económicos como la auyama se consiguen a Bs. 80 y las papas a Bs. 200. Entre las frutas, la uva criolla se dispara hasta Bs. 1.500 por kilogramo, y la importada alcanza la asombrosa cifra de Bs. 3.000. El cambur, por su parte, se mantiene como una de las opciones más asequibles a Bs. 70.
Carnes y pescado: El lujo de la mesa venezolana
La carne de res se cotiza principalmente en dólares. Un kilogramo de solomo puede costar hasta 17 dólares, mientras que el hígado de res está en 9.5 dólares. El pollo, que solía ser una alternativa más económica, también ha visto un alza en sus precios. El pollo entero se vende a Bs. 795 y el muslo a Bs. 825.
El pescado es otro rubro de lujo. En el Terepaima, el atún se vende a 12 dólares y el filete de merluza a 9 dólares. Curiosamente, una pescadería cercana, en la carrera 13 con calle 46, reporta precios aún más altos, con el atún a 14 dólares y el filete de merluza a 12 dólares, lo que evidencia una marcada disparidad de precios en la ciudad.
Lácteos y embutidos: Opciones limitadas
Los productos de charcutería y lácteos también impactan el presupuesto familiar. Un cartón de huevos grandes cuesta Bs. 980, y el queso de res se cotiza en 7.1 dólares. Embutidos como el jamón y las salchichas se venden en 5.8 y 4 dólares, respectivamente, confirmando que la mayoría de los comerciantes prefieren fijar sus precios en moneda extranjera.
El monto a cancelar está sujeto a la fluctuación a la tasa del dólar BCV al día. La situación actual de los mercados de Barquisimeto refleja una economía compleja, donde cada visita para comprar alimentos se convierte en un ejercicio de supervivencia y cálculo. (RG)
