El pediatra e infectólogo Antonio González Mata señala que no existe evidencia científica que respalde una conexión directa entre el autismo y el consumo de algún alimento en particular, excepto en casos donde se haya identificado una intolerancia que ocurra de manera simultánea.
El especialista aclara esto ante la creciente difusión en redes sociales de información que vincula la alimentación con el Trastorno del Espectro Autista (TEA), cuando en realidad, las personas con este diagnóstico requieren otro tipo de apoyo y atención, explica.
En ciertos casos, se ha relacionado el autismo con el consumo de alimentos como la harina de trigo o la leche, entre otros; sin embargo, esta asociación es completamente falsa.
Según González Mata, no existen pruebas científicas que justifiquen la necesidad de eliminar ciertos alimentos de la dieta, administrar medicaciones específicas o recurrir a suplementos vitamínicos.
La efectividad de los probióticos aún no se ha demostrado. No existe consenso claro sobre una dieta que sirva como tratamiento generalizado en el autismo, reiteró.
En sentido advierte, que la eliminación de algún alimento, trae consecuencias en especial a quienes tienen TEA, al generarse deficiencias nutricionales, por ejemplo, calcio, vitamina AD y zinc pueden agravar el espectro condicionado.
Se debe recomendar alguna vitamina únicamente si se confirma su deficiencia, asegurándose de sustituirla y relacionarla específicamente con la enfermedad celíaca, aconseja el galeno.
Evaluación compleja
El doctor González Mata, afirma que los síntomas del autismo mejoran con la edad. En la actualidad, todo se agrupa bajo una única denominación: Trastorno del Espectro Autista (TEA).
La evaluación diagnóstica constituye un proceso complejo que requiere un enfoque multidisciplinario orientado a descartar diversas entidades diferenciales. Este análisis incluye la realización de estudios metabólicos, genéticos, electrofisiológicos y técnicas de neuroimagen.
Los criterios diagnósticos vigentes se fundamentan en identificar alteraciones conductuales, las cuales suelen manifestarse de manera más evidente durante la primera infancia, etapa que abarca desde el nacimiento hasta aproximadamente los 6 u 8 años de edad, dijo. ac
