Producción-inflación-depresión
La producción es un proceso fundamental para la economía y la sociedad, se refiere al proceso de creación de bienes y servicios que permite satisfacer las necesidades humanas. En economía, la producción implica transformar insumos (materias primas, trabajo y capital) en productos finales que son valiosos.
Los elementos necesarios para la producción, tradicionalmente considerados tierra, trabajo, capital y, actualmente, la capacidad empresarial.
Es la relación matemática que muestra la máxima cantidad de producción que puede obtenerse con una determinada combinación de insumos.
“A mi entender, la producción es la única forma de parar la inflación que puede conducirnos a una depresión económica” …
¿Cómo lograr aumentar la producción con altísimos precios en insumos, costos y gastos?
En una economía pequeña, abierta y muy debilitada por la inestabilidad política, económica y social, los efectos de la restitución de las sanciones petroleras y financieras anunciadas por el gobierno estadounidense, hace predecir que vamos a tener un impacto profundo y duradero.
Además, se añaden nuevas restricciones al comercio con terceros países (“ aranceles secundarios ”) y el retorno forzado de cientos de migrantes que difícilmente podrán ser absorbidos por la economía interna.
El sector petrolero representa más del 15 % del PIB total de la economía venezolana, y el peso de las exportaciones petroleras es de un 80 %. Es evidente que estamos ante un choque negativo que, desde luego, perturbará el nivel de la actividad económica interna y el deteriorado nivel de bienestar social.
Algunos economistas deducen que la suspensión de las operaciones de algunas de las operadoras extranjeras más importantes, hará caer la producción de hidrocarburos entre un 20 y un 30 %. Y los ingresos externos asociados a las exportaciones petroleras, entre un 35 y un 38 %.
Se calcula que, el producto interno bruto caerá entre un 2,5 y un 3,5 %, cuando en la última década el mercado interno de Venezuela se ha reducido un 70 %.
El comportamiento esperado de la economía global tampoco será favorable. Confluyen una previsión de crecimiento económico moderado, la tendencia a la baja de los precios del petróleo, la mayor oferta y mayor competencia en el sector de la energía, y la profundización de las políticas proteccionistas. La agresiva alza de aranceles anunciada desde el gobierno de EE.UU. se traducirá en menores volúmenes de comercio internacional y mayores presiones inflacionarias globales.
Habría que añadir otros factores no menos importantes, como las fuerzas que promueven la desglobalización y la desintegración de los flujos de las tensiones geopolíticas asociadas a la guerra en Medio Oriente y Ucrania; y los crecientes problemas relacionados con el cambio climático.
Por la magnitud y naturaleza de estos choques, no hay capacidad interna que permita una absorción ordenada y disipadora de los impactos esperados.
En el ámbito de la gestión fiscal, no hay holgura para compensar la caída de la recaudación por ingresos petroleros. El gobierno no tiene acceso a los mercados de capitales foráneos ni a la banca multilateral y prácticamente no existe un mercado financiero interno.
Supuestamente, tampoco hay espacio para ajustar el gasto público, que se ha contraído de forma considerable en los últimos años. Menos ahora que el gobierno decidió indexar al tipo de cambio oficial los subsidios que otorga y que representan casi el 60% del gasto de la administración central.
Las fuertes restricciones del Estado para ajustar su gasto a la baja y el elevado grado de dolarización de la economía son factores que debilitan la capacidad del Banco Central, para diseñar e implementar una política monetaria y cambiaria que pueda ayudar a la estabilización macroeconómica del país.
La suspensión parcial y temporal de las sanciones petroleras permitió la recuperación de la actividad económica interna entre 2022 y el primer semestre de 2024, esta tendencia se comenzó a revertir y se ha ido profundizando con el creciente deterioro de las relaciones entre el gobierno venezolano y la nueva administración estadounidense.
En el primer trimestre de este año el tipo de cambio oficial del dólar se incrementó un 34% y la tasa en el mercado paralelo un 53%, con una ampliación progresiva entre ambos indicadores. Pero, supuestamente, esta evolución no refleja los efectos de la suspensión de las licencias y la aplicación de los aranceles punitivos a los países que compran el petróleo venezolano.
Además de esperarse una contracción de la actividad económica interna, parece inevitable, una vez más, que la creciente depreciación del bolívar venga acompañada de una importante aceleración de la elevada tasa de inflación venezolana…
Una depresión económica es una fase prolongada de recesión en la actividad económica de un país o región, caracterizada por una fuerte disminución en la producción, el empleo, el consumo y la inversión.
Se diferencia de una recesión en que es más grave y de mayor duración, siendo considerada el punto más bajo del ciclo económico.
Habría una fuerte caída en la producción de bienes y servicios, lo que afecta a todas las industrias.
Las empresas reducen su plantilla y la tasa de desempleo se dispara.
Las personas y empresas reducen su gasto, lo que afecta a la demanda y la inversión.
Los precios pueden caer (deflación) o aumentar de forma descontrolada (hiperinflación).
Se producen quiebras de empresas y bancos, y el sistema financiero se ve afectado.
Debemos ser realistas y planificar con objetividad para poder sortear las dificultades. Espero que mis investigaciones al respecto sirvan de reflexión y poder recurrir a alternativas que mitiguen el impacto económico presagiado.
LA