El príncipe Harry habría explorado la posibilidad de cambiar su apellido Mountbatten-Windsor  y tomar el de su madre, según publicación de el diario británico Daily Mail.

el duque de Sussex le consultó a su tío materno, Charles Spencer, sobre el tema durante una visita a Gran Bretaña quien le habría aconsejado no avanzar con el cambio, según el mismo periódico.

El encuentro entre Harry y el conde Spencer fue determinante. Charles Spencer le recomendó no avanzar con el cambio. Un allegado al príncipe declaró al tabloide: “Tuvieron una conversación muy amistosa y Spencer le aconsejó que no diera ese paso”. La decisión de Harry de no continuar con el trámite habría evitado mayor distanciamiento con su hermano, el príncipe William, y su padre, el rey Carlos III, informó Vanity Fair en su publicación.

El asunto fue planteado en un contexto de tensiones marcadas con su familia paterna, en especial con el heredero al trono y el monarca.

Durante la visita mencionada, Harry habría expuesto su inquietud a Charles Spencer, figura de referencia por su cercanía con la memoria de la princesa Diana de Gales. El consejo de su tío, contrario al cambio, influyó decisivamente en la postura final del príncipe, quien  optó por no modificar su apellido legal.

La decisión de Charles Spencer de no respaldar el cambio también buscó evitar una posible ruptura definitiva entre Harry y su núcleo familiar en la Casa Real. Adoptar legalmente el apellido Spencer habría implicado una separación formal y simbólica de la dinastía Windsor, lo que podría haber repercutido en la percepción pública y en la estabilidad institucional de la monarquía.

El apellido Mountbatten-Windsor fue establecido en 1960 para los descendientes de la reina Isabel II y el príncipe Felipe, uniendo los linajes de ambas figuras. Esta fórmula combinó el apellido del duque de Edimburgo, Mountbatten, con Windsor, nombre que sustituyó a Coburgo-Gotha durante la Primera Guerra Mundial, debido a su sonoridad germánica.

El príncipe Felipe adoptó el apellido Mountbatten al naturalizarse como ciudadano británico en 1947, renunciando a sus títulos griegos y daneses. Desde entonces, los descendientes del matrimonio real utilizan el apellido Mountbatten-Windsor en documentos oficiales, aunque en el trato público prevalecen los títulos nobiliarios.

El debate en torno a los apellidos refleja las tensiones entre tradición monárquica y afirmación identitaria en el seno de la familia de los duques de Sussex. Mientras Mountbatten-Windsor responde a una lógica dinástica, Spencer habría representado una reivindicación de la herencia materna.

En este contexto, Meghan Markle reafirmó su identificación con el apellido Sussex. La duquesa manifestó en reiteradas ocasiones que considera este título como su apellido, en alusión al ducado concedido a la pareja en 2018.

La elección del apellido Sussex subraya la identidad pública de la pareja y marca una diferencia respecto a los apellidos familiares tradicionales. Mientras Harry sopesaba la posibilidad de adoptar el apellido Spencer, Meghan ratificaba su vínculo con el título nobiliario que comparte con su esposo. Esta preferencia añade otra capa al debate sobre nombres, linajes y distancias dentro de la familia real.

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