Investigadores de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, comprobaron en un estudio hecho en ratones machos nacidos de madres alimentadas con una dieta rica en grasas, que el exceso podría «inclinar la balanza» para que estos desarrollen trastornos como ansiedad o depresión, afectando más a un género que a otro.
El estudio observó que aquellos animales macho tenían una menor disponibilidad de serotonina en el cerebro, sustancia química conocida como hormona de la felicidad. Los investigadores indican que esto puede persistir hasta la edad adulta y provocar cambios de comportamiento en los ratones macho; en los humanos podría ocurrir algo similar.
El trabajo, que entre otros describe el mecanismo que hay detrás de esta relación, pone de manifiesto que la dieta de la madre puede reorganizar el cerebro masculino y femenino de forma diferente.
Los autores sugieren que sus hallazgos pueden describir un mecanismo previamente desconocido a través del cual la dieta materna puede afectar negativamente a los rasgos de comportamiento en la descendencia de ratones macho, aunque es necesaria más investigación.
Según resume la revista Nature Metabolism, en la que se han publicado los hallazgos, el estudio muestra que una dieta materna alta en grasas podría conducir a una mayor susceptibilidad a trastornos neurológicos en la descendencia al interrumpir la comunicación entre la placenta y el cerebro fetal.
Las personas con trastornos del estado de ánimo como la depresión suelen perder el interés por las actividades placenteras, recuerda un comunicado de Duke. Para los ratones, una de estas actividades es beber agua con azúcar.
El equipo, liderado por la investigadora Alexis Ceasrine, comprobó que los machos, pero no las hembras, nacidos de madres con una dieta alta en grasas carecían de preferencia por el agua azucarada frente a la del grifo.
Esto le hizo pensar que la nutrición de la madre durante el embarazo debía de haber cambiado el cerebro de sus hijos varones durante el desarrollo, y pensó en la serotonina, un mensajero molecular del cerebro que suele reducirse en las personas con depresión.
Los investigadores descubrieron que los ratones machos «deprimidos» de madres con una dieta alta en grasas tenían menos serotonina en el cerebro, tanto en el útero como en la edad adulta. Y constataron que el suplemento de triptófano, precursor químico de la serotonina, restableció la preferencia de los machos por el agua azucarada y los niveles de serotonina en el cerebro.
Fuente: 800noticias