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Tertulias de Café/ Maximiliano Pérez

                    ¿Igual  pero  Diferente?

Los caficultores llevamos veintitrés años en los cuales se ha insistido constante en que estamos en una revolución reivindicadora de los derechos de los más desposeídos, son veintitrés cosechas de café en las cuales hemos visto perdido nuestro trabajo, esfuerzo, tesón, perseverancia e inversión, cosechas que, en la gran mayoría de los casos las hemos acompañado con nuestra sangre, sudor y lágrimas y, se aprueban leyes que afectan negativamente al sector productivo primario, históricamente el más golpeado.

El fundar una finca, o unidad de producción agropecuaria, y lograr hacerla productiva con eficacia y eficiencia, generalmente, es efectuado por más de una generación, con el esfuerzo, trabajo e inversión, de toda la familia…

Y, en el caso del cultivo del café, en un noventa y ocho por ciento (%98) aproximadamente, se trata de humildes familias, que sobreviven en ranchos con paredes de Bahareque, piso de tierra, sin electricidad, sin letrinas, sin vías de comunicación, y ahora, sin los combustibles necesarios e imprescindibles para que poner a trabajar los equipos que utilizan para el despulpado, secado y trillados de los granos de café, y para surtir los medios de transportar sus cosechas, por trochas infernales.

Aunque, como solución, al problema de transporte de insumos y de cosecha, el ex presidente Chávez, alguna vez prometió retomar el arreo de mulas, para lo cual haría un pie de cría de estos cuadrúpedos.

Lograr la efectividad y eficiencia de una unidad de producción agropecuaria no es fácil ni siquiera cuando se dispone de los bienes del Estado; cuando se tiene acceso a créditos que no se pagan, al cumplimiento de la garantía Constitucional, por parte del Estado, cuando se tiene seguridad física personal, y de los bienes; cuando la diferencia entre la integridad física y material, y la “utilidad pública”, se fundamenta en el color con el cual se tiñe la persona.

Cuando cotidianamente oímos, publicidades engañosas, un enjambre de mentiras sobre supuestas productividades, que nunca se han podido comprobar, presuntos apoyos y pequeñas dádivas, todo repartido, sólo, entre los afectos al sistema.

Quién no tiene un amigo y/o familiar que no haya sido asaltado, atracado, secuestrado, saqueada su unidad de producción de alimentos y/o lo han matraqueado en una alcabala? ¿Quién no ha observado el cambio de vida o de status, de la mayoría de las personas, cuando comienzan a trabajar en organismos públicos? ¿Quién no se ha percatado de la caída económica estrepitosa de personas exitosas en su trabajo y/o profesión, que no han podido tener acceso a los créditos o, se le han coartado la libertad al trabajo y/o de libre empresa, por defender la dignidad de no teñirse?

Lo insólito e inverosímil es qué, “presuntamente”, se trate al “compatriota venezolano” con un lenguaje vulgar, soez, prosaico y ofensivo, mientras se aprueban leyes que cercenan y confiscan los derechos de los más humildes a luchar por sus reivindicaciones; esto lo hace “suponer” el texto de la “Ley para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios”, cuando expresa: “Quienes restrinjan la Oferta (…)” “Quienes conjunta o separadamente, desarrollen o lleven a cabo acciones (…) que impidan (..) la producción, transporte, distribución y comercialización de bienes declarados de primera necesidad (¿Para quién (es)?) “Quien empleé violencia (Fuerza grande, abuso de fuerza, molestia, desasosiego. ¿Quién lo califica?)” (….) “Quien con la finalidad de alterar las condiciones de oferta y demanda (…) destruya o haga desaparecer los bienes declarados de primera necesidad, o los instrumentos destinados para su producción o distribución, y establece penalizaciones que van hasta los diez años de prisión.

El café, es el único medio del cual disponen los caficultores para obtener sus ingresos, por lo tanto, es de primera necesidad para ellos, pero ¿Cómo seguir trabajando a perdidas y ofertar nuestro producto, después de haber tenido 4 años de labor, en un medio inhóspito, al precio vil que nos impone la discrecionalidad del funcionario de turno?

Más que interpretar como críticas, a estos llamados de auxilio, se deberían tomar como puntos de reflexión para llegar a la verdad y así, tal vez, lograr salvar la cosecha que está próxima a comenzar.

Los combustibles son imprescindibles en las cosechas de café, se debe evitar la depredación ambiental en zonas de alta fragilidad ecológica, preservadoras de la vida, donde se encuentran las nacientes de agua dulce y son productoras de oxígeno, así como también el deterioro de la calidad del café, utilizando leña para secar los granos y sacar un producto no apto para consumo humano…

Más allá de intentar crear normas legales copiadas de los derechos ya establecidos en el Estamento Legal vigente y de tratar de crear instituciones que han sido antros de corrupción, supongo que es nuestro deber patriótico, el exigir el cumplimiento de los Derechos irrenunciables, establecidos en la Constitución Nacional, las leyes, reglamentos y Tratados Internacionales suscritos por la República…

Ese ha sido, es y será mi sueño… ¡El respeto a los Derechos Humanos de las familias caficultoras!   

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