¿Conciencia Cafetalera?
La situación de los caficultores venezolanos, referente al precio de su producto, lo que representa su salario, afecta los ámbitos ecológicos, sociales, económicos, culturales y turísticos, y podría catalogarse como una situación de exterminio a un sistema productivo que aglutinó a más de 85.000 familias en el país.
Cuando comenzó la reconversión económica y social venezolana, dándose preferencia a la producción petrolera en detrimento de la producción agropecuaria, cuya vorágine se acentuó con la depresión económica mundial, iniciada en el año 1929… se ocasionó la primera caída de los precios del café a nivel internacional.
Después de que Venezuela fue el primer país productor de café en el mundo, en cuanto a su calidad y el segundo en cuanto a cantidad, pareciera que la espiral económica, en su inexplicable inestabilidad, hizo girar el destino promisor de esa producción y, a principios del siglo pasado, allá por el año de 1913, después de que el mal llamado Benemérito Juan Vicente Gómez, se jactaba de haber pagado la deuda externa venezolana con las divisas provenientes de la comercialización internacional del café; después de haber conquistado la cúspide mundial, comenzó su caída. Desde entonces, la producción cafetalera venezolana, ha venido siendo exterminada por la incontrolada variación, desfavorable, en los precios de la noble cereza.
Hasta finales del siglo pasado, los precios caían y los caficultores protestábamos, luego de arduas luchas, los gobernantes de turno accedían y ajustaban los precios.
A inicios del Extinto “Fondo Nacional del Café (FONCAFÉ)”, único organismo gubernamental que verdaderamente ha defendido los derechos de las humildes familias caficultoras, el precio al productor representaba entre el setenta y el ochenta por ciento (70-80 %) del denominado precio del café en barra, es decir, del precio cobrado al consumidor final, en la barra de una cafetería, restaurante y/ o de una panadería. Luego, esto se revirtió en perjuicio del productor de café y desde hace veintiséis (26) años, al productor le ingresa, monetariamente, un porcentaje demasiado bajo del precio cobrado al consumidor; representando cuantiosas pérdidas a las humildes familias productoras de la noble cereza. La inflación económica constante, que ha originado la aparición de otra situación económica denominada estanflación; que se caracteriza por el aumento de los precios aunados a una depresión económica, agrava la situación de los caficultores, por la falta de reconocimiento, por parte del Estado venezolano, del verdadero valor del precio del trabajo e inversión de los productores, representado por el precio del quintal de café, único ingreso, o salario, del cual disponen, que debería ser suficiente, para que les permitiera vivir con dignidad y cubrir para sí y para su familia las necesidades básicas materiales, sociales, e intelectuales; tal cual lo expresa el precepto constitucional, los derechos Humanos otorgados por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la Organización de las Naciones Unidas, de 1948, en su artículo 23 y que tiene Jerarquía Constitucional. Hasta la Sagrada Biblia, en el Evangelio según San Juan expresa que el salario es Sagrado.
Pero esto no se cumple a pesar de los logros obtenidos a través de la olvidada Ley de Mercadeo Agrícola, en Junta Nacional del Café, de fecha junio 16 y 17 de 2.004 y de la Sentencia de la Sala Constitucional, del Tribunal Supremo de Justicia, referente al Ajuste por inflación de los precios para el quintal de café, los 15 de septiembre de cada año. Logro conquistado por representantes de los caficultores que yo lideré, al ser demostrado que, no es una dádiva la que se otorga, si no, el reconocimiento de nuestros derechos. Así lo hemos reclamado ante la Asamblea Nacional, en sendos documentos que tengo en mi poder. Y que pueden constatar en el sitio Web…
https://cafearomaalibertad.blogspot.com/
Los caficultores no han sabido defender sus logros, y desde siempre he dicho, que yo sepa, es uno de los pocos rubros, si no el único, a quien le imponen el precio, y les pongo de ejemplo que, cuando van a la bodega, el bodeguero es quien le impone los precios de las sardinas, de la harina pan, de la mantequilla, etc., pero la ignorancia, las apetencias personales, la política, y otros tantos detractores han podido más que el logro del bienestar común.
Las leyes económicas no aceptan violaciones, en ellas no existe impunidad, cuando se infringen ocasionan reacciones desfavorables. Tal cual se evidencia al recordar cuando habíamos conquistado la cúspide del mundo, con reconocimientos internacionales a nuestra producción, habiendo trabajado bajo la
“Ley de la Oferta y la Demanda.”
En zonas inhóspitas, sin apoyo técnico, sin créditos, sin vías de comunicación, sin infraestructura…
Con tesón, esfuerzo, trabajo, inversión propia y valentía
LA