Alfredo Sadel desata polémica en la Voz de Oro
El pasado 28 de junio se cumplieron 36 años del fallecimiento de “El Tenor Favorito de Venezuela”, es decir, de Manuel Alfredo Sánchez Luna, mejor conocido como Alfredo Sadel, ese excepcional cantante venezolano, nacido en Caracas el 22 de febrero de 1930, hijo de Manuel Sánchez Benítez y Luisa Amelia Luna. Desde su niñez dio muestras de su connatural talento artístico, participando durante su época escolar, en el coro del colegio salesiano donde estudiaba.
De acuerdo a Luis Armando Ugueto (2020), el momento detonante de su carrera artística ocurrió en 1946 cuando participó en el programa de aficionados “Caravana Camel” de Radio Caracas. Allí interpretó el magnífico pasodoble “Diamante Negro”, de la autoría de José Reyna y Luis Peraza, compuesto en honor al torero caraqueño Luis Sánchez Olivares, conocido en el mundo taurino por ese sobrenombre. Su salto a la fama fue inmediato y en consecuencia, el éxito comercial lo catapultó. Durante los años 40 siguió presentándose en el único escenario de difusión artística que era la radio, haciendo grabaciones sin parar. Recordemos que las radioemisoras tenían sus radioteatros, donde el público podía asistir a las presentaciones diarias del talento vivo que nutria la programación radial en esa época, por cuya popularidad, apariencia atractiva, estupenda voz e innato talento, todo ello lo condujo a la actuación en cine, como en la cinta Flor de Campo, dirigida por José Giaccardi y que lo convirtió en todo un ídolo juvenil.
Fue precisamente en esa época como hemos dicho y con su participación en el programa «Caravana Camel» de Radio Caracas fundada en 1930, cuando el productor del referido programa, Sr. Olavarrieta, le sugiere que cambie su nombre artístico. Tal sugerencia la capto el joven artista de inmediato y así lo hizo, tomando la primera sílaba de su apellido «Sa» que amalgamó a la segunda de su ídolo Carlos Gardel. Es así como en agosto de 1947 nació su apodo artístico Alfredo Sadel, como se le conocería en lo sucesivo.
De esta forma en el año 1949, grabó su primer disco de fabricación nacional con la empresa discográfica local Discos Rex, Gracias al maestro José Reyna y Luis Perales quienes como autores le dieron la fabulosa oportunidad de estrenar su pasodoble «Diamante Negro», con lo cual logró su primer disco comercial y su primer éxito discográfico. Este disco, fue grabado en un estudio improvisado en los altos del Teatro Municipal y como todo disco de 78 revoluciones que tenía una canción por cada cara, el mismo contenía el pasodoble «Diamante Negro» por un lado y por el otro una interpretación instrumental de «Negra Consentida». A pesar de los defectos técnicos de esta grabación, fue un éxito de ventas, ya que fueron vendidas veinte mil copias, lo que marcó el inicio de una ascendente trayectoria musical.
Esa meteórica carrera de Alfredo Sadel lo erigió como “El Tenor Favorito de Venezuela” sin duda alguna, con una serie de conquistas artísticas de sobresaliente relieve; en 1950 inicia carrera en el cine al participar en la cinta “A La Habana me voy”, con los cubanos Blanquita Amaro, Otto Sirgo y el argentino Tito Lusiardo. En 1951, protagoniza Flor del campo, producción con música y argumento venezolanos, junto a Rafael Lanzetta y Elena Fernán.
En 1952, viaja a los Estados Unidos de Norteamérica allí actúa en el teatro Chateau Madrid de Nueva York, siendo él quien hace incursionar en el ambiente neoyorquino al maestro Aldemaro Romero, como bien lo comenta Federico Pacanins (2009) al citar el comentario que sobre el particular escribió Carlos Alarico Gómez:
“…Después de conquistar plenamente el mercado nacional, Sadel decidió ir a probar suerte en el extranjero y con la ayuda de su apoderado Rodolfo Wellisch logra una cita con la empresa RCA – Victor, trasladándose a la ciudad de Nueva York… La suerte lo acompaña. La RCA le firma un contrato y el edita las canciones “Me queda el consuelo” (Aldemaro Romero), “Déjame” (Conny Méndez) y “Cerca de ti” (Rengifo – Sadel). En este nuevo triunfo estuvo acompañado del pianista Aldemaro Romero, su compatriota y amigo, a quien había hecho llamar a Nueva York a través de la firma disquera. La ocasión fue propicia para presentarse en el Jeferson Theatre ubicado en el Latin Quarter (…) debuta en el Chateau Madrid, propiedad del gallego Ángel López, con el acompañamiento de Aldemaro Romero, que había comenzado a trabajar allí como pianista. Alfredo salía a la escena en el show de medianoche, pero Aldemaro en el cocktail hour, al principio de la velada, alternando su labor en el Copacabana y en el Cane Club…”
Así se convierte en el primer artista venezolano en actuar en la televisión estadounidense al ser contratado y presentado en el show del afamado presentador Ed Sullivan, y en otros programas exitosos de aquel país como «Chance of a Lifetime», y es considerado por la prensa estadounidense como “El artista latino más popular de la televisión norteamericana”.
En 1955 debutó en La Habana, Cuba, obteniendo gran éxito de modo tal que se le ofrece la posibilidad de conducir su propio programa musical, el cual años más tarde se adueña totalmente de la sintonía. Ese año graba un LP titulado «Mi canción», con el sello RCA Víctor, que buscó para la ocasión el hacerlo acompañar con una orquesta dirigida por el músico y arreglista argentino Terig Tucci. Sadel compartió su carrera como cantante con la actividad sindical artística, promoviendo en 1957 la fundación de la Asociación Venezolana de Artistas de la Escena.
En 1958, vuelve a los Estados Unidos contratado por la empresa cinematográfica Metro-Goldwyn-Mayer, la cual pensaba incluirlo en algunas de sus cintas aprovechando sus dotes artísticas. Sin embargo, permaneció un año recibiendo sueldo y al no serle asignado ningún papel, va a México donde sus discos lo habían hecho conocido. Allí participa en el cine en las películas “El Ratón”, al lado de Raúl ‘Ratón’ Macías y “Tu y la mentira”, con Miguel Aceves Mejía y Evangelina Elizondo. Posteriormente, renuncia a su contrato con Metro-Goldwyn-Mayer.
Posteriormente regresó a México en 1960 y participa en la película “Tres balas perdidas” junto a Javier Solís, Rosita Quintana, María Victoria y Julio Aldama. Actúa de nuevo con Miguel Aceves Mejía en “El buena suerte”, además de Sara García y de nuevo con Javier Solís y Julio Aldama, en la película “En cada feria un amor”.
Su carrera en el cine termina con “Martín Santos, el llanero”, de coproducción méxico-venezolana con música de Juan Vicente Torrealba y José E. Sarabia, de nuevo con Miguel Aceves Mejía. En ella Sadel interpreta el vals «Di», tema expresivo en que hace gala de su voz. En el elenco aparecen la actriz mexicana Lorena Velásquez y la venezolana Adilia Castillo.
En 1967 Alfredo Sadel estrecha sus lazos con la ciudad de Barquisimeto, cuando el maestro Rafael Miguel López le es encomendada la coordinación y realización de un Long Play, promovido por el Ateneo de Barquisimeto y patrocinado por Fundalara, institución que le adjudica tal responsabilidad y para lo cual buscó a su amigo y compañero de su Jazz Band Unión de 1930, el profesor Manuel Ramos Barrios, este último fue quien organizó la orquesta para la grabación, hizo los arreglos y se encargó de la dirección de la misma, ensamblando la agrupación con destacados músicos de la Orquesta Sinfónica Venezuela.
Esta producción discográfica se realizó en Caracas y contó en sus surcos con las siguientes piezas: el vals “Ah mundo Barquisimeto” de Félix Morón, el bambuco “Hendrina” de Napoleón Lucena, el vals “Como llora una estrella” de Antonio Carrillo, el vals “Penumbra” de J. M. Yérez Coronado, el vals “Crepúsculo Larense” de Rafael Miguel López Valera, el vals “Cuando me faltas tú” de Manuel Ramos Barrios, el vals “La Negra” de Juan Pablo Ceballos, el vals “Tus Miradas” y el vals “Hojas mustias” de Flor Barrios de Ramos y “Saludos”, y para la vocalización de estos temas, se convino con el “Tenor Favorito de Venezuela”, Alfredo Sadel. El ambicioso proyecto que significó este L.P., finalmente llevó por nombre: “Crepúsculo Larense”, título éste del vals con que el maestro Rafael Miguel ganara el 2º Festival Folklórico en 1967 y que tanto los directivos del Ateneo de Barquisimeto, como de Fundalara en reconocimiento a este triunfo y la abnegada labor de su compositor a favor de nuestra musicalidad, decidieron llamarlo así por tal motivo.
La iniciativa del Ateneo de Barquisimeto con esta producción discográfica, era ofrecerla a la venta, para crear un fondo económico destinado para hacer grabaciones de música larense, con el fin de permitir la divulgación de nuestro patrimonio musical, así como también el ofrecer la oportunidad de grabar sus producciones a los artistas locales que carecían de medios materiales. El bautizo tuvo lugar en la residencia del Dr. Pablo Chiossone Anzola y Yuyita de Chiossone. El agasajo fue ofrecido por la Sra. Ana Josefa Cortez de Henríquez, miembro de la Directiva del Ateneo, seguidamente la Sra. Yuyita bañó de champaña el L.P. en signo del bautizo de ritual y luego hizo uso de la palabra el Sr. Juan Romero Antoni en nombre de Fundalara, contándose con la presencia de Alfredo Sadel en aquel significativo acto, quien interpretó “Noches Larenses” del Dr. Juan Ramón Barrios, para deleite y regocijo de los presentes, entre quienes sobresalían el Arzobispo de Barquisimeto, Monseñor Dr. Críspulo Benítez Fontúrvel, el ciudadano Gobernador del Estado Lara, Sr. Miguel Romero Antoni, el Presidente de la Sociedad Amigos de Barquisimeto Sr. Raúl Azparren, el Coronel Heriberto Pabón, la Directora de la Casa de la Cultura Sra. Aurea Cora de Antequera, la profesora Taormina Guevara, el prof. Napoleón Sánchez Duque, el periodista Hermann Garmendia, la honorable Blanca Silveira, el Dr. Rafael Ignacio Méndez Llamosas, la Reina de la 1º Feria Divina Pastora de Barquisimeto señorita Beatriz Elena Álvarez, la pianista Egilda Oberto, la Sra. Inés María Anzola de Giménez, el Sr. Gustavo Carmona, el Dr. Argenis Román, el Presidente del Concejo Municipal Sr. Luis Gallardo, el compositor y copropietario de Radio Barquisimeto y ya en funcionamiento el “Palacio Radial” Sr. Amílcar Segura entre otros, como lo reseña el periodista César Brito en la nota social.
Así llegó el año de 1969, cuando se inaugura el Festival de La Voz de Oro, gracias a la iniciativa, esfuerzo y dedicación del periodista José “Cheche” Cordero Valenzuela y el maestro Ernesto Torrealba, visionario músico y productor musical, que al unir sus potencialidades junto a las profesionales de “Cheché” Cordero, se logró uno de los eventos artísticos de mayor relieve que vivió el país en aquellos días.
La magnitud del Festival de La Voz de Oro, propició que la prensa tanto regional como nacional en sus titulares, rotularan a Barquisimeto como “Capital Musical de Venezuela” y era cierto, durante la década que duró el certamen, nuestra urbe crepuscular concentró los mejores cantantes, los mejores músicos, los mejores arreglistas, los técnicos más afamados de sonido y por supuesto los mejores intérpretes, pero igualmente se sumaron los mejores compositores, por ello fuimos realmente durante ese tiempo la “Capital Musical de Venezuela”.
Sobre este particular nos refiere Luis Armando Ugueto (2020), que:
“ …A Sadel le dijeron bien claro que no se inscribiera en ese festival. Él no lo necesitaba, incluso le darían un reconocimiento especial, pero como era terco, muy terco, no hizo caso. Nadie se hubiera atrevido a decir que Alfredo no era la voz de oro de Venezuela. Indudablemente tenía más experiencia, estudio y trayectoria que todos los extraordinarios cantantes nacidos en esta tierra, pero los tiempos cambian, ya lo dijo Héctor Cabrera…”
Por otra parte el citado autor refiere:
“…Durante la década de los años 60 se habían realizado en Venezuela algunos festivales de importancia enfocados en resaltar el trabajo de los compositores. Sin embargo, las expectativas no estaban en las canciones; más bien en quienes las interpretaban, y finalmente todas las críticas se volcaban sobre el desempeño de las voces. (…) Los organizadores de La Voz de Oro no se irían por las ramas, sabían que el público deseaba ver competir a sus cantantes favoritos y que éstos seducidos por su propio ego, no perderían la oportunidad de medirse contra sus colegas. De tal forma, los productores, Cheché Cordero, periodista de farándula, y Ernesto Torrealba, músico experimentado, crearon el evento inspirados en el emblemático Festival de Benidorm…”
En tal sentido el mismo autor acota:
“…La Voz de Oro de Venezuela pagaría al ganador 10.000 bolívares (43.000 dólares aproximadamente), una suma nada despreciable para la época. El segundo y tercer finalista cobrarían 7.000 y 3.000 bolívares respectivamente. (…) En el contrato que todos y cada uno de los artistas firmaron a conciencia quedaban expuestas de forma muy clara las bases sobre las cuales se juzgaría su participación: voz, dicción, escena y comunicatividad. El evento se llevaría a cabo en Barquisimeto, estado Lara, los días 18 y 19 de enero como parte de la Feria de la Divina Pastora…”
Algunos artistas que ya habían confirmado su participación protestaron la presencia de Sadel en el festival. No querían competir contra él pues ya el público y la crítica lo daban como ganador. Entonces muy nerviosos, Cordero y Torrealba inventaron otorgarle una placa a Sadel pensando que se retiraría por la puerta grande. Su respuesta fue tajante: el premio se lo ganaría en la tarima.
Dentro de la Reseña de la Añoranza que hoy nos ocupa, traemos a colación las opiniones que con base a las vivencias experimentadas como miembro del jurado de La Voz de Oro, manifestó el profesor Napoleón “Pololo” Arráiz en el año 2002, en una entrevista que se le hizo para la Revista Dorada, editada especialmente en ocasión de la XXX Feria Internacional de Barquisimeto. En tal sentido refiere:
“… El festival creado por José Cheché Cordero fue extraordinario para la feria y para la ciudad, porque las televisoras y emisoras radiales interesadas en sus elegidos inscritos, trasladaron sus cámaras y micrófonos hasta Barquisimeto y nuestra urbe crepuscular fue prácticamente el centro de la atención de todo el país. (…) La calidad del espectáculo estaba asegurada, porque no eran cantantes inventados. Para participar en el festival tenían que haber grabado un siquiera un disco, de tal manera que ya debían tener el visto bueno del público nacional; así que por aquí desfiló lo más granado de Venezuela en cuanto a cantantes y músicos: vinieron de San Cristóbal, de Cumaná, de Acarigua y de Caracas la mayoría…”
Participaron en aquel primer Festival de La Voz de Oro: Alfredo Sadel, Héctor Cabrera, Felipe Pirela, Mirtha Pérez, Trino Mora, Mayra Martí, Mirla Castellanos, José Luis Rodríguez, Miguel Itriago, Estelita del Llano, Carlos Moreán, Oswaldo Morales, Héctor Murga, Luis D’Ubaldo, Rosa Virginia y María Teresa Chacín, Rudy Hernández, Miriam Tamayo, Nancy Ramos, Mireya Delgado, Zurama Vásquez, Henry Stephen, Gimeno, Armando Biart, Emilio Arvelo, Luis Enrique, Ernesto Castillo, Raquel Castaños, Yvo y Enrique Lazo.
Como era de esperarse, en reconocimiento espontaneo a la gloriosa trayectoria forjada por Alfredo Sadel, el público de Barquisimeto lo aplaudió con fervor la noche del domingo 19 de enero de aquel año de 1969, cuando se presentó como participante que aspiraba el primer lugar en La Voz de Oro, instante que luego de ese día Alfredo recordaría con eterna amargura. Según Luis Armando Ugueto, Incluso los participantes que ya habían sido descalificados se pusieron de pie para ovacionarlo al éste salir al escenario del Anfiteatro del Complejo Ferial. El jurado integrado por Aldemaro Romero, Elisa Soteldo, Rafael Miguel López, Omar Vásquez Sánchez, Amílcar Segura, José “Cheché” Cordero, Omar Pérez, Felo Giménez, Rodrigo Orellana, Pedro Amaral Rodriguez y Napoleón Arráiz tardó más tiempo del necesario en entregar los resultados y los 10.000 espectadores que llenaban el anfiteatro estaban ansiosos. Para muchos aquella tardanza era un mal síntoma de acuerdo a la crónica de Luis Armando Ugueto y que en consecuencia se preguntaban qué estaba sucediendo.
Tal cual como lo refiere Ugueto (2020): “…Alfredo Sadel contemplaba la aclamación popular cuando el presentador Edmundo Valdemar leyó por fin el fallo que lo ubicaba en el tercer lugar. De inmediato comenzaron los gritos de desaprobación. A más de 40 años de los hechos, Ernesto Torrealba no está seguro cómo Mirla Castellanos logró el segundo lugar. Su actuación fue excelente, pero afirma que pudo más la confusión y el pánico de los jueces que se sentían amenazados por la gente…”
Héctor Cabrera, de traje blanco, conquistó el puesto de honor cantando sereno la pieza Rosario, música de Juan Vicente Torrealba y letra de Ernesto Luis Rodríguez. Al saberse el nombre del ganador, según narra Ugueto, parte del público protestaba y muchos otros aplaudían a Héctor.
Alfredo en gesto de bravío arrojo, tomó su cheque del tercer lugar e interpretó “Toledo” una vez más, pero esta vez en la mitad del tema despreció el micrófono y su voz se escuchó nítida hasta la cuarta fila, para no dejar lugar a dudas de que él sí era La Voz de Oro de Venezuela. Como en todo evento de esta naturaleza y dado lo acontecido, tras bastidores se tejieron toda clase de chismes, enredos y comentarios de diferentes calibres.
La verdad de todo el asunto es que Alfredo había perdido puntos porque falló en dos de las bases del concurso: vestuario y escena. Sin embargo, no hubo forma de que lo entendiera el cantante. Al parecer lucía un tanto desaliñado con el lazo del smoking fuera de lugar por el cuello de la camisa desabotonado, eso en definitiva lo perjudicó. También fue muy mal visto por el jurado el hecho que hablara tanto antes de comenzar a cantar y se apartara en varias oportunidades del micrófono para hacer ostentación de su voz.
Para el profesor Napoleón “Pololo” Arráiz, de nuestra más grata recordación, el certamen artístico tuvo a su juicio una valoración por parte del jurado “un poco dislocada”, ya que evaluaron arreglo musical, cuando dentro del jurado no todos eran músicos de academia, que son los competentes para evaluar un arreglo y al respecto comentó en la entrevista que se le hizo en el año 2002:
“…Sin duda que el arreglo nada tiene que ver con la voz, pero estaba como otro de los aspecto a calificar (…) Tampoco se relaciona con la voz el desempeño del cantante en escena, los gestos, la mímica, por eso, yo creo que el público protestó porque consideró que Alfredo Sadel tenía mejor voz que Héctor Cabrera. La de Sadel era más potente, más lucida; una voz de tenor. (…) Pero el asunto está en que ganó Héctor Cabrera, (…) además que no lo hizo tan mal como cantante; lo hizo muy bien, la orquestación de la canción “Rosario” nunca se había escuchado con una orquesta donde había cuatro violines, tres saxofones, tres trompetas, un piano. ¡Bueno una orquesta de 30 maestros! (…) Eso fue impresionante, por lo menos si la gente no se impresionó, los miembros de jurado sí y como había que evaluarlo se le puso la puntuación que juzgamos conveniente, que era de uno a cinco puntos en cada renglón (…) Además Cabrera, “El Poeta de la Canción”, se presentó con un esmoquin blanco, corbata roja, una flor roja en el ojal y una camisa muy adornada “con mucho faralá”, de punta en blanco, él que es bastante morenito, se destacaba. Alfredo Sadel se presentó con un esmoquin tradicional, entonces ahí ya hubo una diferencia… a lo mejor a algunos no les gustó el traje de Cabrera y le pusieron dos, pero otro le puso cuatro. A lo mejor estuvo muy pareja la calificación para Sadel por la vestimenta y luego el arreglo que trajo Sadel con la canción que interpretó ya era conocido. (…) se trataba de “Toledo” la canción de Agustín Lara que Sadel cantó con arreglo del director estadounidense Terig Tucci…”
Sin duda alguna que el jurado, actuó apegado a la normativa que regía el certamen de La Voz de Oro, cuyos miembros no eran políticos, con una conformación heterogénea, como lo expresó el profesor Napoleón Arráiz quien manifestó en el 2002:
“…Por eso no fue como se dijo, que le hicieron un robo a Alfredo Sadel. Tampoco fue algo político. Como mandaba COPEI en aquel momento y el Gobernador era Rafael Andrés Montes de Oca, pensaron que se trataba de una especie de retaliación política porque Sadel era de formación adeca, y por eso le quitaron el triunfo. (…) La derrota del Tenor Favorito de Venezuela se debió entonces a las segmentaciones que juzgaron la vestimenta y la orquestación de la nación interpretada. También hay que destacar que la escogencia de Héctor Cabrera de la nación “Rosario”, música de Juan Vicente Torrealba y letra del poeta Ernesto Luis Rodríguez, ambos venezolanos de pura cepa, fue determinante en la victoria de este destacado interprete en el primer Festival de La Voz de Oro…”
De acuerdo a Luis Armando Ugueto, fuera del alcance de las miradas del público y la prensa vino la peor parte de este memorable e irrepetible festival: Sadel “pechereó” a Cabrera y quiso atestarle una “trompada” al tiempo que le gritaba a voz en cuello “mama micrófono”.
Indudablemente, aquella fue una noche inolvidable en la historia de la música popular venezolana, tanto que todavía la polémica desatada por Alfredo Sadel, siegue siendo objeto de análisis e interpretaciones visto a la distancia dicha controversia.
Barquisimeto, domingo 13 de julio de 2025.
Fuentes Consultadas:
Fundación Wikimedia (2025) Alfredo Sadel [Información en Línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Alfredo_Sadel
Pacanins, F. (2009) Aldemaro Romero. Biblioteca Biográfica Venezolana Volumen 109. El Nacional / Fundación Bancaribe. Editorial Arte. Caracas. Venezuela.
Revista Dorada (2002) Aquellos tres primeros festivales. (Entrevista a Napoleón Arráiz) XXX Feria Internacional de Barquisimeto. La Impresión C.A. Barquisimeto. Venezuela.
Torres, A (s/f) Recordando los Festivales de Barquisimeto de la Voz de Oro. Material sin publicar. Barquisimeto. Venezuela.
Ugueto, L. (2020) Alfredo Sadel y La Voz de Oro [Artículo en Línea] Disponible en: https://gladyspalmera.com/coleccion/el-diario-de-gladys/alfredo-sadel-y-la-voz-de-oro/
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