En los jardines del imponente Castillo de Bückeburg, el príncipe Alejandro de Schaumburg-Lippe y la princesa Mahkameh dieron la bienvenida a miles de visitantes para celebrar la 25ª edición de la Landpartie, una festividad que combina elegancia, jardinería y tradición. Bajo el lema “Hogar, dulce hogar – En casa en Schaumburg”, el evento atrajo miradas por su encanto y por una curiosidad que intriga a muchos: ¿por qué hay príncipes en Alemania, una república moderna sin monarquía?
La Landpartie transformó los terrenos del Castillo de Bückeburg en un paraíso de flores, artesanías y sabores locales. Durante cuatro días, los visitantes pasearon por jardines renacentistas, admiraron exhibiciones ecuestres de la Escuela de Equitación de la Corte y disfrutaron de conciertos al aire libre, donde la princesa Mahkameh, pianista iraní de renombre, dejó su huella artística. El príncipe Alejandro, administrador de las vastas propiedades familiares, saludó a los asistentes con calidez, reforzando el lema de este año: la idea de un hogar acogedor que trasciende siglos.
El evento, que atrajo a turistas de todo el mundo, destacó por su mezcla de tradición y sostenibilidad. Los Schaumburg-Lippe, que gestionan 3,700 hectáreas de bosques, promovieron prácticas ecológicas en los puestos de la feria, desde plantas nativas hasta muebles artesanales. Pero más allá de la magia de los jardines, la presencia de los príncipes despertó una pregunta recurrente: ¿cómo es posible que existan títulos nobiliarios en un país sin realeza?
¿Príncipes en una república? La explicación histórica
Alemania abolió su monarquía en 1918, tras la Primera Guerra Mundial, cuando el Imperio Alemán dio paso a la República de Weimar. Hasta entonces, el país estaba fragmentado en reinos, ducados y principados, cada uno gobernado por familias nobles como los Schaumburg-Lippe, que lideraron su pequeño estado en Baja Sajonia. Con el fin de la monarquía, estas familias perdieron su poder político, pero no su legado cultural ni sus propiedades.
En 1919, la nueva constitución alemana convirtió los títulos nobiliarios en parte de los apellidos legales. Así, “Prinz von Schaumburg-Lippe” (príncipe de Schaumburg-Lippe) es el nombre oficial del príncipe Alejandro, no un título de autoridad. Esto permite a las familias nobles mantener su identidad histórica sin privilegios legales. En el caso de los Schaumburg-Lippe, el príncipe Alejandro gestiona el Castillo de Bückeburg y sus tierras como un empresario, no como un gobernante. Su esposa, Mahkameh, adquirió el título de princesa al casarse, siguiendo la tradición familiar.
“Ser príncipe hoy significa preservar nuestra historia y compartirla con el mundo”, explicó Alejandro durante la Landpartie. Este enfoque explica por qué los títulos persisten: son un vínculo con el pasado, un atractivo turístico y una marca de prestigio cultural, pero no implican poder político. El Castillo de Bückeburg, hogar de la familia desde el siglo XIV, es un ejemplo vivo de este legado, atrayendo a más de 90,000 visitantes al año con eventos como la Landpartie o el mercado navideño Weihnachtszauber.
La nobleza moderna: tradición con un toque global
El príncipe Alejandro, nacido en 1958, y la princesa Mahkameh, una concertista iraní que se unió a la familia en 2020, representan una nobleza moderna. Él combina la gestión forestal con su pasión por el jazz, mientras que ella aporta un puente cultural entre Europa y Oriente Medio. Su boda, celebrada en el castillo, capturó la atención por su mezcla de tradiciones. Durante la Landpartie, su hospitalidad fue evidente: saludaron a los visitantes, compartieron anécdotas sobre el castillo y promovieron la sostenibilidad, un valor clave en su administración.
La curiosidad por los príncipes también radica en su papel como embajadores culturales. En una Alemania republicana, las familias nobles como los Schaumburg-Lippe no gobiernan, pero contribuyen a la economía y el turismo. La Landpartie generó un impacto significativo en Bückeburg, llenando hoteles y comercios locales. “Es un orgullo ver cómo nuestro hogar une a personas de todo el mundo”, dijo Mahkameh, cuya presencia dio un toque internacional al evento.
La Landpartie celebró 25 años de éxito y demostró por qué los príncipes de Schaumburg-Lippe siguen siendo relevantes. En una república donde los títulos son reliquias legales, su valor está en la historia que preservan y el hogar que comparten. El Castillo de Bückeburg, con su arquitectura renacentista y sus jardines, es un testimonio de siglos de tradición, pero también un espacio vivo que evoluciona con los tiempos.
Foto: Julian Stratenschulte / DPA / dpa Picture-Alliance via AFP