En los vibrantes barrios de Chueca y Narváez hay un rincón donde la tradición vasca se sirve en cada plato con la misma pasión con la que se vive en las calles de Bilbao o San Sebastián. Ese lugar es Perretxico, un restaurante que no solo alimenta, sino que emociona. Aquí, cada pintxo, cada copa de txakoli y cada conversación alrededor de la mesa forman parte de una experiencia que va mucho más allá de comer: es un viaje directo al alma de Euskadi, sin necesidad de hacer la maleta.
La esencia de Perretxico está en su compromiso con la autenticidad y la conexión humana. El menú es un homenaje a las raíces vascas, elaborado con ingredientes frescos y de temporada que llegan directamente de proveedores que comparten su misma filosofía: respeto por el producto y pasión por la cocina. Desde la mítica gilda hasta creaciones innovadoras que sorprenden al primer bocado, cada receta cuenta una historia de cuidado, dedicación y creatividad.
El ambiente de sus locales en Chueca y Narváez es tan importante como lo que llega al plato. Mesas llenas de risas, barra repleta de pintxos de colores, brindis que se mezclan con aromas de mar y montaña. La decoración combina lo rústico y lo contemporáneo, logrando que cada visita sea acogedora, cercana y, al mismo tiempo, especial.
Esta magia no ocurre por casualidad. Detrás de cada plato hay un trabajo minucioso: pescados que evocan los puertos vascos, verduras que recuerdan a las huertas de temporada y carnes que capturan la fuerza de la tierra. Perretxico no solo sirve comida, sino momentos.
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