En un ambiente de hermandad y comunión, todas las órdenes y congregaciones agustinianas que hacen vida en Venezuela celebraron este recién concluido fin de semana una eucaristía en acción de gracias por la elección del cardenal Robert Prevost (Su Santidad León XIV) como primer papa agustino en la historia de la iglesia católica, a tenor de lo que informa el portal “Contrapunto”.
La misa se celebró en el Colegio “San Agustín”, de El Paraíso – Caracas, de la Orden de San Agustín (OSA), y la presidió su excelencia, monseñor Helizandro Terán, arzobispo de Mérida (primer obispo agustino de Venezuela).
Concelebrantes
Concelebraron el arzobispo de Caracas, monseñor Raúl Biord; el reverendo padre Alexander Vieira, superior de la Orden de San Agustín (OSA) en Venezuela; el reverendo padre Eddy Polo, superior de de la Orden de Agustinos Recoletos (OAR) en Venezuela, y demás sacerdotes de ambas órdenes.
“Un hijo de San Agustín…”
«El cardenal Robert Prevost, que ha sido elegido sucesor de San Pedro, es también un hijo de San Agustín, como nosotros, y por eso nos sentimos felices», manifestó monseñor Terán.
Fray Alexander Vieira destacó el llamado que hace el papa a la unidad de la Iglesia y a buscar la reconciliación.
«Hay que seguir trabajando esta Iglesia sinodal, escuchando al prójimo, sirviendo para el hermano», apuntó Vieira, al manifestar su alegría por tener un papa agustino.
Fray Eddy Polo expresó que la elección de León XIV llama a los agustinos a vivir más en comunidad, y a tener más compromiso.
«Ser portadores de esa comunión en toda la iglesia; además, desde el amor, entregarnos al servicio de los que más necesitan», dijo Polo.
Congregados
A la celebración eucarística asistieron las hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús y las Agustinas Hijas del Santísimo Salvador.
También estuvieron presentes miembros de las comunidades parroquiales, colegios y casas en las que hacen vida los religiosos y las religiosas agustinas.
La música del acto religioso estuvo a cargo del coro de la Agustinas Recoletas, que, luego de la misa, hizo danzar a los presentes al ritmo de la música y de las palmas.
Y un gesto muy especial tuvo lugar tras la bendición final: Como una tradición venezolana, los asistentes le pidieron la bendición al papa, y todos a una voz dijeron con fuerza: «Bendición, Santo Padre» (RG).