Una ola de servicios de noticias se retracta de una imagen editada de la Princesa de Gales y sus hijos, desatando una tormenta de teorías conspirativas.
La edición defectuosa de una fotografía de Kate Middleton ha captado la atención a nivel mundial, y va más allá del interés de los tabloides y los teóricos de la conspiración en TikTok. Es un ejemplo destacado de la realidad actual, donde la tecnología y la desconfianza convergen, generando caos.
Resulta difícil comprender qué pasaba por la mente de Middleton, también conocida como la Princesa de Gales y futura Reina de Inglaterra, cuando presuntamente editó su propia fotografía de manera tan descuidada que se convirtió en noticia principal en varios países. Poco después de que la imagen se compartiera públicamente, importantes agencias de noticias como The Associated Press, Getty y Reuters emitieron alertas de retractación, conocidas como «avisos de eliminación», instando a los medios a no usar la imagen o, en caso de haberlo hecho, a retirarla debido a «manipulación».
La imagen fue interpretada por los fanáticos como un intento de la familia real de indicar que Middleton se encuentra bien después de someterse a una «cirugía abdominal planificada» en enero. Antes de esto, su ausencia en eventos públicos durante meses alimentó teorías conspirativas sobre su estado de salud.
Se ha especulado mucho sobre los motivos de la familia real y lo que podrían estar ocultando, aunque es importante destacar que podría ser absolutamente nada. Lo más interesante son las estructuras que permiten a Middleton y su familia moldear su imagen pública, y cómo todo esto puede desmoronarse.
Los avisos de eliminación son extremadamente raros. Una fuente en un servicio de noticias me dijo que apenas se emiten unos pocos al año. Para entender la magnitud de esto, consideremos que AP publica miles de historias al día y Getty Images cubre 160,000 eventos anualmente. Que se haya emitido un aviso de eliminación de esta magnitud es significativo.
Una de las razones de esta rareza es la relación establecida entre los servicios de noticias y las organizaciones que les envían imágenes, como el Palacio de Kensington, la NASA o las Naciones Unidas. AP, por ejemplo, no acepta imágenes de personas ajenas a estas organizaciones. El hecho de que el palacio haya ignorado estas reglas es un serio incumplimiento de protocolo.
Las imágenes enviadas a las agencias son revisadas en busca de discrepancias, pero en este caso, la manipulación se detectó después de que la imagen se hiciera pública. Esto plantea la cuestión de si los editores aplicarán un mayor escrutinio a los medios presentados por el Palacio de Kensington.
Los servicios de noticias tienen reglas claras sobre lo que es aceptable y lo que no lo es. Sin embargo, en plataformas como Instagram, donde la imagen manipulada aún está presente sin ninguna nota del palacio, no hay un proceso de revisión. Es justo preguntarse por qué las agencias de noticias no detectaron las irregularidades antes, como la desaparición del puño del suéter de la Princesa Charlotte.
Este escándalo pone de manifiesto la capacidad histórica de la familia real británica para moldear la percepción pública a través de imágenes. Sin embargo, también revela su debilitamiento, así como la fragilidad de la realidad en la era de las redes sociales y las herramientas de IA generativa.
En resumen, cuando las fotos pueden ser modificadas fácilmente, la realidad se vuelve cuestionable. En un mundo donde cada vez es más difícil distinguir entre lo real y lo falso, la percepción puede ser moldeada según los deseos del espectador.