El chofer Dany Pérez lleva cuatro días en una fila de carros esperando poder cargar su camión con diésel para recorrer los 900 kilómetros que lo separan de su casa en la provincia de Santiago de Cuba. Jhojan Rodríguez, dueño de un taxi está mejor… o peor, según se vea: con suerte logrará surtir en las próximas horas, pero tiene más de una semana en la cola.
Centenares de propietarios de vehículos pasaron jornadas enteras esta temporada esperando poder abastecerse en medio de una escasez, que según los expertos es el resultado de una suerte de “efecto dominó”, pues las autoridades se vieron obligadas distraer este combustible del sector transporte para poner a funcionar grupos electrógenos a fin de generar electricidad.
No es la primera vez que los cubanos sufren desabasto de combustibles, pero es una de las más dramáticas en término duración.
“He visto situaciones un poco malas, pero no como ahora”, dijo a la AP, Pérez de 46 años, quien realiza con su camión, un Chevrolet verde de los años 50 –adaptado para transportar a unos 40 pasajeros–, el trayecto entre la oriental Santiago y La Habana.
A lo largo de los cuatro días que lleva en la fila, Pérez tuvo que comer y dormir en su vehículo.
En la madrugada del jueves había por lo menos 200 automóviles, camiones y camionetas en la cola en la estación de servicio de la barriada Guanabacoa –a donde estaba Pérez– y otra cantidad similar en la de Playa, constató The Associated Press.
Los choferes se organizaron a sí mismos elaborando listas y actualizando su presencia en ellas, cada día, a medida que llegaban los camiones cisterna con el combustible y la fila avanzaba.
A diferencia de Pérez, los que residen La Habana están corriendo con más de suerte pues pueden volver a sus viviendas de a ratos dándole seguimiento a su lugar en la fila mediante grupos de WhatsApp armados por sus propios colegas.
“Soy taxista profesional… pago impuestos, seguridad social. Estoy establecido legalmente”, explicó a la AP Jhojan Rodríguez, de 37 años y propietario de un clásico Oldsmobile de 1954 dorado y blanco. “Mi casa, mi familia depende de este diésel que voy a echar aquí”.
Rodríguez llevaba 12 días en su fila en la estación de servicio del Municipio Playa –a varios kilómetros de la de Guanabacoa– y llegó tan “seco” a cargar que debió empujar su vehículo en los últimos tramos. Para evitar el acaparamiento sólo se les permite abastecer lo que contenga en su propio tanque, que en su caso es de unos 60 litros y con los cuales, aseguró, podrá trabajar solamente unas tres jornadas.
Aunque los usuarios de gasolinas especiales o regular tuvieron momentos difíciles y se produjeron aglomeraciones, el problema se centró en estas semanas en los que cargan diésel –que en Cuba se le llama petróleo a secas–.
No hay un estimado de cuántos serán los afectados, pero en general las gasolinas sirven para carros de paseo modernos o de la era soviética; mientras camiones, vehículos de transporte urbano, antiguos automóviles clásicos que inundan las ciudades usan motores de diésel, este último un universo visiblemente más numeroso.
“Nadie ha dicho pasa ‘esto’ con el combustible”, se lamentó Rodríguez. “Si en algún lugar saliera una información ‘miren no hay petróleo porque la situación del país lo necesita para darle electricidad a las personas’ yo lo entiendo”.
Aunque no hubo comentarios oficiales sobre el desabasto de diésel en las estaciones, los expertos consideran que la carencia está, como sugirió Rodríguez –y es vox populi en las calles– directamente relacionada con la crisis de energía eléctrica del país, que suele volverse pronunciada con en los tórridos calores del verano.
“Lo que estamos viendo es lo que llamamos el efecto dominó”, indicó a la AP Jorge Piñon, director del Programa de Energía y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe de la Universidad de Texas.
“El colapso de las (centrales) termoeléctricas ha causado que aumente la demanda de los grupos electrógenos de diésel. Venezuela no la ha estado enviando a Cuba la cantidad de diésel que necesita, por lo tanto, Cuba ha tenido que tomar parte del suministro que estaba dedicado al sector transporte para los grupos electrógenos de diésel”, manifestó Piñon.
“Es por eso por lo que estamos viendo los problemas que tiene hoy el cubano en la calle de no encontrar suficiente ‘petróleo’”, agregó el experto.
Cuba cuenta con 13 centrales termoeléctricas, de las cuales ocho tienen más de 30 años de servicio y cinco son modernas platas flotantes alquiladas a Turquía desde 2019 para evitar que la situación se agrave aún más.
Cuando estas enormes termoeléctricas –que generan la mitad de la energía que necesita el país y se abastecen del crudo pesado de escasa calidad extraído de la propia isla– fallan –que suele ser seguido–, los directivos del sector deben acudir a los grupos electrógenos de diésel distribuidos por todo el país para compensar la falta y evitar apagones.
Hasta la llegada de la pandemia de la COVID-19 Cuba demandaba unos 137.000 barriles de petróleo diarios de combustible –gasolinas, diésel, gas y derivados– para mover su economía. La mitad la obtenía de Venezuela con quien tiene un acuerdo especial y que atraviesa también una situación difícil.
En las últimas semanas los cubanos también estuvieron viviendo grandes apagones, que generaron tanta crispación en la población, que el presidente Miguel Díaz-Canel debió salir a explicar la situación en la televisión e inició un recorrido por las principales termoeléctricas. El año pasado estos cortes de luz fueron una de las causas de unas inusuales revueltas populares.
Esta semana medios de prensa en el extranjero informaron sobre la llegada a Cuba de un super tanquero ruso cargado con 700.000 barriles de fuel oíl por el puerto de Matanzas en el centro del país. Las autoridades no confirmaron su presencia.
“Pensamos que es un envío por parte de Rusia en lugar de Venezuela. Que es una triangulación donde Rusia está sustituyendo a Venezuela en este embarque, más tarde a ser pagado por Venezuela y no por Cuba”, comentó Piñón al indicar que este combustible obviamente alimentará las termoeléctricas.
Según los expertos y como también lo reconoció Díaz-Canel el problema está lejos de resolverse pues requiere de una recapitalización y modernización radical de las vulnerables termoeléctricas, algo impensable en el actual contexto de crisis y sobre todo bajo las sanciones por parte de Estados Unidos a la isla, que incluso persiguió los envíos petroleros a la isla en su política de asfixia económica a la nación caribeña que tanto afectó a la población.
Lejos de la macroeconomía los usuarios tratan de hacer frente como pueden a las carencias.
“Mi plan B es vender el carro e irme del país con mi familia. No sé qué voy a hacer”, expresó preocupado el taxista Rodríguez en la fila de la barriada de Playa.
“Voy a seguir luchando por que no puedo dejar de trabajar. Pero si no hay (diésel) tendremos que parquearnos (estacionar el camión)”, señaló Pérez, en su lugar de la cola de Guanabacoa.