Alrededor de una veintena de personas fallecieron, incluido cinco niños, como consecuencia de un terremoto de magnitud 6,9 en la escala Richter que sacudió este martes 30 de septiembre, la región de Bisayas Centrales, en el centro de Filipinas.
En un primer momento, se informó de la muerte de cinco personas en la ciudad de San Remigio, donde tres miembros de la Guardia Costera de Filipinas y un empleado de los Bomberos fallecieron cuando colapsó el techo de un complejo deportivo en el que estaban jugando un partido de baloncesto, mientras que siguen buscando cuerpos bajo los escombros.
En esa misma ciudad, encontraron el cuerpo sin vida de un niño de diez años que quedó atrapado entre los escombros provocados por el seísmo. Posteriormente, se documentaron la muerte de trece personas en la ciudad de Bogo, entre ellos nueve adultos y cuatro niños, según informó la cadena de televisión ABS-CBN.
El Instituto de Vulcanología y Sismología de Filipinas (Phivolcs) indicó que se trata de un terremoto de intensidad alta –especialmente en las zonas de San Fernando y Cebú– que fue registrado sobre las 22.00 (hora local) con un hipocentro situado a tan solo cinco kilómetros de la superficie.
El epicentro del seísmo se encuentra en el mar, entre las islas de Cebú y Leyte, por lo que es posible que se genere un tsunami que afecte al archipiélago. En este sentido, se solicitó a la población «estar alerta ante olas de tamaño inusual», según informaciones de la cadena de televisión ABS-CBN.
En este sentido, las autoridades instaron a mantenerse «lejos de la playa y zonas costeras» hasta que pase la alerta. Aquellos que residan en estas áreas deberán trasladarse temporalmente a zonas de mayor altitud para garantizar su seguridad.
Numerosos residentes tuvieron que evacuar sus viviendas en la ciudad de Iloílo, en Panay, ante posibles derrumbes, mientras las autoridades aventuran daños estructurales en varios puntos del país. Además, las clases en la ciudad de Cebú se suspendieron este miércoles como medida de precaución.
Europa Press