¿Qué haremos ?

“Mira profundo, muy profundo en la naturaleza y entenderás mejor todas las cosas”

Albert Einstein.

En el 2021 fue la tragedia de Tovar, en el estado Mérida, la que puso en vilo a la región y al país, ante un cuadro dramático que otra vez azotaba al valle del río Mocotíes y dejaba varias pérdidas humanas una vaguada y los grandes deslizamientos de tierra que se suscitaron en febrero del año 2005. Un año después, en octubre de 2022, el paso del huracán Julia por el mar Caribe detonó la crecida de la quebrada Los Patos y produjo la tragedia de Las Tejerías, en el estado Aragua, considerada la más devastadora de la última década.

Las lluvias de mayo del 2023 afectaron varios centros poblados del piedemonte trujillano, siendo la ciudad de Monte Carmelo la más afectada de esa temporada con decenas de familias damnificadas. En el 2024 fue en el oriente del país donde se posó la amenaza y el paso del huracán Beryl dejó grandes afectaciones en Cumanacoa, estado Sucre, tras causar la crecida del río Manzanares.

En el valle del Mocotíes, se registraron los efectos más intensos de las fuertes y prolongadas lluvias que tuvieron lugar en Tovar y Santa Cruz de Mora. Debido a su ubicación en varios conos de deyección de algunas quebradas o torrentes y, en especial, por la confluencia de la Quebrada Mejías con el propio río Mocotíes, justo al este de dicha población. Sin embargo, también se vieron afectadas otras poblaciones como: La Playa, San Francisco y Zea

En 2025 se escribe un nuevo capítulo en la historia de los desastres ambientales de Venezuela, y es el páramo andino su protagonista, además de estados como Trujillo, Portuguesa y Barinas.

Entre los trópicos se produce y mueve permanentemente una masa de nubes a la que los meteorólogos llaman Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT). En el mes de junio, esa masa de nubes cargadas de agua está sobre una buena parte del territorio venezolano y produce lluvias. Esto coincide con el paso de algunas ondas tropicales (focos de lluvia que se suelen formar sobre los mares y océanos y se desplazan con el viento) provenientes del océano Atlántico y que, al pasar por el país, también producen lluvias.

Como resultado de alguno de estos procesos naturales, en una buena porción de los Andes venezolanos se concentraron lluvias intensas durante la segunda mitad de junio. El 24 de junio se registraron entre 30 y 35 milímetros de lluvia, es decir, en un solo día llovió una cuarta parte de lo que suele llover en todo junio en esa zona. Eso saturó los suelos, activó quebradas intermitentes y aumentó el caudal de los ríos principales de forma considerable, haciendo que se desbordaran.

Cuando comienza la temporada de lluvias, no se puede predecir cuál cuenca resultará afectada por una crecida. Esta vez la lluvia se concentró en el páramo y se dieron las condiciones meteorológicas.

Llovió por varias horas continuas y en simultáneo en las cabeceras de tres grandes sistemas hidrológicos, como son los ríos Chama, Santo Domingo y Motatán, por eso el desastre se concentró en los páramos y en los valles altos de Mérida, pero también de Trujillo, pues, aunque el río Motatán nace en territorio merideño, drena en mayor medida por las vertientes del estado Trujillo antes de desembocar en el lago de Maracaibo.

-La vegetación boscosa de casi todo el páramo es muy pobre, pero, al menos hasta Cacute, hay bosques nublados. ¿Tuvo algo que ver la deforestación de esos bosques en este evento?

Si la deforestación aumentó, es un aspecto que aumenta la peligrosidad de la crecida, pues cuando se elimina la vegetación boscosa y se deja el suelo desnudo, el agua escurre con más facilidad, adquiere más velocidad y erosiona con más fuerza. Además, los restos de esa vegetación, las rocas que son removidas del suelo desnudo y todos los demás sedimentos se incorporan al río y alimentan al flujo combinado de agua y sólido, haciéndolo más peligroso.

Una vertiente desprovista de vegetación no puede asimilar cantidades importantes de agua. En la medida que exista más vegetación en una vertiente, especialmente arbórea, se amortiguan las crecidas.

Aunque un evento como este no se puede predecir con mucho tiempo de antelación debido a todas las variables que involucra y que lo hacen tan complejo, sí se pueden hacer pronósticos sobre cuánto y dónde va a llover. Actualmente existen herramientas y métodos muy sofisticados para ello.

Es imprescindible contar con una buena red de estaciones meteorológicas e hidrológicas que pueda hacer una captura de datos efectiva que ayuden a entender cómo se está comportando la atmósfera. Esa red existió y tenía puntos de control en todo el eje andino. Lo cierto es que esa captura de datos es fundamental para el monitoreo y estudio de los fenómenos meteorológicos e hidrológicos.

En Venezuela nos hemos inclinado principalmente a reforzar las respuestas post-evento, pero existe un binomio importante al cual hay que prestarle más atención:

“La prevención-mitigación”.

En lo que respecta a estos temas, nos caracterizamos más por ser una sociedad post-mortem, por lo que es necesario trascender esa realidad. Para lograrlo hay que invertir tiempo, recursos y capacidades en medidas y/o acciones de…

“Reforestación, educación ambiental, así como actualizar y poner en práctica el ordenamiento territorial y la gestión de riesgos socio naturales”.

De esa forma, seremos una sociedad que tenga siempre en cuenta las amenazas latentes que moran sobre nosotros y las vulnerabilidades de las que somos sujetos.

LA

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