Salió de Catia decidido a triunfar, y hoy comparte su experiencia como Marine de los EEUU
Constancia, humildad y confianza en sí mismo. Esas han sido las claves de un venezolano que un día se trazó una meta: progresar en la vida y ayudar a su familia. Hoy, cuando se siente mucho más cerca de ella, desea compartir su experiencia y lo que ha aprendido, con quienes están luchando por sus propósitos.
David Mantilla nació hace 37 años en los Magallanes de Catia. Esa emblemática barriada donde crecieron José Ignacio Cabrujas y Jacobo Borges, también vio al mayor de tres hermanos correr y jugar baloncesto.
Comenzaba la década del 2000 cuando egresó de la Escuela Técnica Santos Michelena, en Cotiza. Aunque era un adolescente, sintió que las condiciones del país no eran las mejores para sus planes. Puso la vista en EEUU, aprovechando sus familiares en ese país. Como si todo estuviese predestinado, se entera de que su mamá había ganado una visa familiar en un sorteo. El camino se veía más claro. Sólo faltaba el dinero del pasaje.
Aún recuerda los US$ 100 que reunió en billetes de 1,00, producto de sus propinas como botones en un hotel 4 estrellas de Chacao. Cada centavo que trabajó le acercó a la tierra donde llegó con 19 años de edad, a trabajar hasta en tres plazas al mismo tiempo.
Lavó platos, pegó bloques, y todo cuanto le permitiera mantenerse y enviar dinero a sus padres y hermanos. En la escalada de sus planes entendió que había que subir otro escalón, que resultó siendo nada más y nada menos que la Marina de los EEUU.
Sus primos, quienes ya estaban ahí, lo alentaron. La constancia que le inculcaron sus abuelos y el deporte que fue su pasión y le enseñó la disciplina, fueron su artillería para superar las pruebas e ingresar en 2008, con todos los papeles en regla.
David desconoce cuántos venezolanos forman parte de las FFAA de los EEUU, pero sí está completamente seguro de que ninguno viene de una comunidad popular de Caracas, cuna de uno de los baluartes del deporte venezolano: Los Navegantes del Magallanes, aunque el Sargento de Armas Mantilla, no tiene reparos al reconocerse ¡Caraquista!
Llegar a donde está hoy fue un proceso largo y nada fácil, “pero no podía mirar para atrás”, recuerda David con ya casi 15 años de servicio y una trayectoria nutrida incluso en misiones tan difíciles como Afganistán, la cual ha sido reconocida por el personal de la Base Quantico, en la capital estadounidense, donde está actualmente destacado.
De allí que, por unanimidad, fuera seleccionado en junio como el Marine más sobresaliente, y en pleno juego de los Washington Capitals, en el Capital One Arena, una multitud ovacionó a este venezolano que hoy le dice a sus paisanos que “los sueños se hacen realidad cuando confiamos en nosotros mismos”.
Fueron, como dice la frase, “5 minutos de gloria”, pero que para David fueron –y siguen siendo- eternos. Con su tono caraqueño intacto, el mismo con el que nos cuenta que se casó con una venezolana porque “la arepa llama”, nos dice que esa experiencia, y haber visto de cerca la pobreza en Afganistán, son dos de las experiencias que más han marcado su vida.
“Yo pensé que era pobre, pero cuando vi esa realidad, entendí no sólo que hay gente que está peor, sino que debemos valorar lo que tenemos”.
Y esos valores enseña David a sus hijos, tal como a él le enseñaron sus padres. Al día de hoy, cursando su maestría en Estudios Cibernéticos, y a escasos dos rangos de obtener la máxima posición de la jerarquía dentro de la Marina de los EEUU, este venezolano insiste en que su mejor logro, es mantener la humildad y el valor de la vida, dos aprendizajes que también comparte con quienes conocen su historia.
Icolt
Fotos: Cortesía
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