A medida que avanzan los años, las personas mayores pierden la capacidad de sentir sed, lo que genera múltiples efectos negativos en el cuerpo. Por qué es una costumbre esencial que se debe adquirir en la juventud.

Para mantener al cuerpo hidratado, aunque parezca una verdad de perogrullo, es imprescindible beber agua en sus múltiples formas. Es que un consumo suficiente permite mantener la piel sana, da energía, contribuye a una buena digestión. Sin embargo, existe un aspecto que, para algunas personas, era desconocido, ya que los especialistas aseguraron que se trata de la llave para alcanzar la longevidad de manera saludable.

Según el médico Guillermo Rosa Diez, presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología y jefe del Servicio de Nefrología del Hospital Italiano de Buenos Aires, en diálogo con Infobae, la hidratación con agua potable debería ser adecuada para cada persona. “La sed varía según las edades, el sexo, el peso y las actividades físicas que se realizan”, explicó.

En ese sentido, el experto señaló “la regla de los ocho vasos”. En palabras del experto, aunque solo es una recomendación general, el objetivo es enfatizar la importancia que tiene hidratarse. Es por eso que Rosa Diez indicó que “hay que estar atento a la sed”, aunque esto no se traduce en un consumo excesivo. “Una vida sana debe incluir un plan de alimentación con verduras y frutas que también son fuentes de agua”, enumeró. Al tiempo que resaltó que los deportistas de alto rendimiento tienen que consumir aguas con sales.

“En los casos de las personas con cálculos renales, tienen que tomar más de ocho vasos de agua para prevenir la formación de más cálculos”, afirmó Rosa Diez al hacer hincapié en que la cantidad de líquido depende de cada persona. Por su parte, Kelly Anne Hyndman, investigadora de la función renal en la Universidad de Alabama en Birmingham, afirmó que mantenerse hidratado es importante, pero señalar que aquellos que beben más agua son más sanos no es ciertp.

Desde el punto de vista médico, afirmó Joel Topf, nefrólogo y profesor clínico adjunto de medicina en la Universidad de Oakland, en Michigan, la medida más importante de la hidratación es el equilibrio entre electrolitos como el sodio y el agua en el cuerpo. Es una suerte de convención del “saber popular” que el número ideal de vasos con agua son 8, pero en realidad es un mito.

Según Tamara Hew-Butler, una científica del ejercicio y el deporte en la Universidad Estatal de Wayne, existen factores únicos como el tamaño del cuerpo, la temperatura exterior y la intensidad de la respiración y el sudor determinarán. Cada uno de estos y sus interacciones con los otros establecen la cantidad de vasos que se necesitan ingerir. Incluso, recomendó que, en las visitas de rutina al médico, el paciente consulte cuánto sería lo ideal para él.

La Clínica Cleveland de Estados Unidos señaló que “la deshidratación es la ausencia de una cantidad suficiente de agua en su cuerpo. La mejor manera de vencer la deshidratación es beber antes de tener sed. Si tiene sed, ya está levemente deshidratado y eso puede causar síntomas como dolor de cabeza, fatiga, mareos y más”.

En ese tono, la nutricionista de Nueva York, Niti Patel, aseveró que el agua y el envejecimiento están relacionados. “Si mantiene un estilo de vida activo, está comiendo una variedad de alimentos y bebiendo mucha agua, tendrá una salud óptima”, explicó. El agua está en todas nuestras células, indicó, las cuales necesitan agua para funcionar de manera eficiente. Desde lubricar sus articulaciones hasta bombear sangre a sus músculos, este líquido es esencial para casi todas las funciones del organismo.

Sin embargo, a medida que transcurren los años, es habitual que los adultos mayores no sientan sed. Se desconoce exactamente cuál es la causa de esta reducción, pero su consecuencia puede ser la deshidratación, una causa común de hospitalización entre las personas de más edad.

Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), entre 2015 y 2018, la cantidad de agua que consumieron los estadounidenses disminuyó con la edad. El agua contribuyó con el 57% del consumo diario total de bebidas para adultos de 20 a 39 años, el 50% entre personas de 40 a 59 años y el 47% entre los de 60 años o más. Dependiendo de su nivel de actividad y de cualquier condición crónica, las necesidades de ingesta de agua pueden disminuir a medida que envejece.

Patel, al respecto, indicó que los ancianos “van perdiendo la capacidad de decir, ‘debería tomar un sorbo de agua, o debería comer algo que contenga mucho líquido’”. Y aunque la deshidratación es un problema común, a menudo es pasado por alto para las personas mayores.

“Naturalmente, su cuerpo retiene menos agua que el cuerpo de los jóvenes. Y los síntomas de deshidratación (boca seca, fatiga, mareos y calambres musculares) a menudo se pueden atribuir a otros problemas o efectos secundarios de los medicamentos”, explicó en su web la Clínica Cleveland.

Con información de Infobae

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