El presidente de los Estados Unidos se alistaba este miércoles 22 de junio para pedir en las próximas horas al Congreso que suspenda el cobo de los impuestos federales sobre la gasolina y el diésel durante tres meses, en un intento de aliviar las presiones financieras sobre un producto cuyo precio tiene gran peso político en un año de elecciones.
La primera autoridad de la nación norteamericana también pedirá a los estados que suspendan sus impuestos o que tomen alguna medida de alivio similar para poder contrarrestar el peso económico que acarrean estos impuestos para el momento económico de la nación.
El impuesto federal es de 18,4 centavos por galón (3,8 litros) para la gasolina y de 24,4 centavos para el diésel. Si se trasladara la reducción a los consumidores, la gente ahorraría un 3,6 % aproximadamente con cada carga de gasolina, cuyo precio promedio en todo el país es de 5 dólares por galón, lo que equivale a 1,31 dólares por litro.
Sin embargo, muchos economistas y legisladores son escépticos en cuanto a las bondades de una reducción impositiva en el precio de la gasolina.
Durante la campaña de 2008, Barack Obama dijo que era un artilugio para que los políticos pudieran “decir que hicieron algo”. También advirtió que las compañías petroleras podían compensar la suspensión de impuestos con un aumento de sus precios.
El asesor de energía de Biden, Amos Hochstein, dijo el miércoles que los consumidores podrían ahorrar unos 50 centavos de dólar por galón si el Congreso y los estados respondieran favorablemente al pedido del presidente.
“No es un artilugio”, aseguró Hochstein, asesor de seguridad energética global del Departamento de Estado, al canal de cable CNN. “Es un pequeño respiro para el pueblo estadounidense al comenzar la temporada de viajes de verano”.
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