Francia se enfrentó este lunes a una eufórica Marine Le Pen después de que los candidatos de extrema derecha de su partido conmocionaran a la élite política y ayudaron a negar la mayoría parlamentaria a la alianza centrista del presidente Emmanuel Macron.
El sorprendente avance de la extrema derecha, junto con un aumento en el apoyo a los candidatos de extrema izquierda, socava el liderazgo de Macron, amenaza sus planes de aumentar la edad de jubilación del país y reducir los impuestos, y remodela el panorama político de Francia.
El partido Agrupación Nacional de Le Pen no ganó las elecciones parlamentarias de dos vueltas que terminaron el domingo. Pero obtuvo más de 10 veces los escaños que ganó hace cinco años.
Es un resultado con el que ha soñado durante mucho tiempo, el resultado de más de una década de trabajo de base para atraer a los votantes desilusionados de la clase trabajadora y limpiar su partido de su imagen racista y antisemita para que sea visto como un partido como cualquier otro. Uno, ella espera, que podría gobernar Francia algún día.
Fue solo en abril que Le Pen perdió las elecciones presidenciales ante Macron. Pero ahora le tocó a ella regodearse, ya que sabe que puede usar los escaños en la Asamblea Nacional para frustrar la agenda interna de Macron e incluso desencadenar un voto de censura.
Radiante de orgullo, calificó el resultado como una “victoria histórica” y un “evento sísmico” en la política francesa. Los grupos antirracistas rápidamente hicieron sonar la alarma sobre su agenda antiinmigración y antimusulmana.
La Agrupación Nacional de Le Pen obtuvo 89 escaños en el parlamento de 577 miembros, frente a un total anterior de ocho. En el otro lado del espectro político, la coalición izquierdista Nupes, encabezada por el intransigente Jean-Luc Mélenchon, ganó 131 escaños para convertirse en la principal fuerza de oposición.
La alianza de Macron ¡Juntos! ganó 245 escaños, pero le faltaron 44 escaños para alcanzar la mayoría en la Asamblea Nacional, la cámara parlamentaria más poderosa de Francia.
El fuerte apoyo a los extremos políticos refleja una frustración con el liderazgo de Macron que estalló por primera vez en 2018 con el movimiento de los chalecos amarillos contra la injusticia económica percibida, y ha resurgido periódicamente entre quienes lo ven como demasiado favorable a los negocios, arrogante o sordo a las preocupaciones cotidianas. .
El sólido desempeño tanto de la Agrupación Nacional de Le Pen como de la coalición de Mélenchon, compuesta por su partido de extrema izquierda Francia Indómita, así como por los socialistas, los verdes y los comunistas, dificultará que Macron implemente la agenda por la que fue reelegido en mayo, que incluye recortes de impuestos y el aumento de la edad de jubilación en Francia de 62 a 65 años.
“Macron es un presidente minoritario ahora”, declaró el lunes un radiante Le Pen en Hénin-Beaumont, su bastión en el norte de Francia. “Su plan de reforma de jubilación está enterrado”.
Ella dijo que la Agrupación Nacional buscará presidir el poderoso comité de finanzas del parlamento.
La Agrupación Nacional, anteriormente conocida como Frente Nacional, ha sido una fuerza política en Francia durante décadas. Pero el sistema de votación de dos rondas le había impedido hasta ahora lograr grandes puntajes en las elecciones parlamentarias.
El analista político Brice Teinturier, subdirector general del instituto de encuestas Ipsos, dijo en la radio France Inter que el resultado del domingo “significa que la Agrupación Nacional se está ‘institucionalizando’ a sí misma”.
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