Hay aromas que nos devuelven a la infancia con una precisión conmovedora. Para muchos venezolanos, el olor a pintura fresca es uno de ellos. No cualquier pintura: Montana. Ese olor significaba que se acercaba diciembre, que la casa se preparaba para la fiesta, que algo importante estaba por ocurrir.

Nuestros abuelos lo entendían como un acto sagrado. Pintar antes de Navidad no era un capricho decorativo, era un ritual de renovación, una manera de decirle a la familia: «Los estamos esperando. Hemos preparado el hogar para ustedes». Era amor traducido en brocha y rodillo, en manos manchadas de blanco, en ese cansancio dulce del que transforma su espacio para los suyos.

Setenta años pintando a Venezuela

Pinturas Montana nació cuando Venezuela soñaba en grande. Cuando las casas se llenaban de niños, cuando las familias se extendían y necesitaban más cuartos, más espacio, más vida. La marca creció junto al país, vio alzarse urbanizaciones enteras, presenció el éxodo del campo a la ciudad, estuvo presente en cada mudanza, en cada nuevo comienzo.

La campaña navideña 2025 de Montana «Pintar es nuestra tradición, pintamos tu vida» no intenta vendernos nada que no tengamos ya en el corazón. Nos recuerda lo que siempre hemos sabido: que pintar es un acto de fe. Fe en el mañana, en el reencuentro, en que vale la pena embellecer el espacio donde ocurre la vida.

La imagen es simple pero devastadora en su honestidad: una familia frente al árbol de Navidad, en esa sala que alguien pintó con dedicación, en ese hogar que alguien preparó con amor. Podría ser cualquier familia venezolana.

Porque Montana ha estado en todas nuestras casas, de una forma u otra. En la habitación que tu padre pintó de azul cuando naciste. En la cocina que tu madre quiso amarilla porque «da alegría». En esa pared de la sala donde marcaban tu estatura cada cumpleaños, y que nadie se atrevió a repintar porque ahí estaba tu historia, centímetro a centímetro.

El color de lo que permanece

Vivimos en la era de lo desechable, donde las marcas aparecen y desaparecen con la velocidad de un scroll, Montana lleva 70 años siendo fiel a su promesa: estar ahí para las familias venezolanas. No con discursos grandilocuentes, sino con algo más honesto: con calidad, con presencia, con esa confiabilidad que solo da el tiempo.

Setenta navidades viendo cómo Venezuela pinta y repinta sus sueños. Setenta diciembres siendo testigo de que, pase lo que pase, los venezolanos seguimos creyendo en el hogar. Seguimos preparándolo, cuidándolo, renovándolo.

Porque hay tradiciones que no se negocian. Y pintar la casa para Navidad es una de ellas.

Montana no pinta paredes. Pinta memoria. Pinta tradición. Pinta eso que nos hace volver, siempre, al lugar donde comenzó todo.

Pinta vida.

Conoce más sobre Pinturas Montana y su historia: www.corimon.com

El Informador VE – Conectando a Venezuela con las marcas que construyeron nuestra identidad

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