Tertulias de Café/ Maximiliano Pérez
Venezuela merece un regalo…
LOS TRES REYES MAGOS…
La historia narrada en el Evangelio de Mateo, cuenta que los magos vinieron de Oriente guiándose por una estrella, la cual los condujo hasta Belén (de ahí el nombre de estrella de Belén).
Antes de llegar, visitaron al rey Herodes el Grande en la ciudad de Jerusalén, a quien interrogaron por el nacimiento del “Rey de los judíos”. El monarca, después de consultar a los escribas versados en la Biblia, les aseguró que el niño debía nacer en la pequeña ciudad de Belén, como establecía la profecía de Miqueas. Agregó, astutamente que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño y, así, poder ir él también a adorarle. En realidad, según el relato bíblico, su intención era darle muerte.
En Belén, los magos volvieron a ver la estrella, hallaron a Jesús recién nacido y lo adoraron; ofreciéndole oro (representando su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (que representa su naturaleza divina, empleado en el culto) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Parece ser que, por el hecho de traer tres dones, se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran cuatro, siete y hasta doce magos. Como antecedente, Seleuco I Nicátor ofrendó oro, incienso y mirra a Apolo en su santuario de Dídima, en el 288 a. C.
Al regreso, advertidos los magos por un sueño de las intenciones del rey, no volvieron a Jerusalén. Herodes, entonces, ordenó dar muerte a todos los niños menores de dos años residentes en Belén, episodio conocido como la matanza de los inocentes. Un nuevo mensaje celestial, advirtió a José de la amenaza y este, llevando a María y a Jesús, huyó a Egipto.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en la rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar…
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).
La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los evangelios apócrifos. Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan.
Otra leyenda cuenta que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en el reino de Saba, donde fueron por él bautizados y consagrados obispos. Después fueron martirizados en el año 70 y depositados en el mismo sarcófago. Allá fue Santa Elena a buscarlos, y halló tres cuerpos coronados, dando por sentado que se trataría de los Reyes Magos, por lo que los trasladó a Constantinopla. Posteriormente, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, los trasladó a Colonia, Alemania, donde hoy reposan con las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia (según la tradición, los relicarios con sus presentes se hallan en el monasterio de San Pablo del Monte Athos). Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la catedral de Colonia, que llevaría más de 600 años terminarla. Hoy día es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa. Colonia se ha convertido junto con Roma y Santiago de Compostela en uno de los grandes centros de peregrinación…
Fuente: Wikipedia.
Días de alegría para muchos, de tristeza para otros tantos, de remembranzas y calor de hogar, del hogar de familias que disfrutan de las candilejas, de exclusivas bebidas alcohólicas, exquisitos vinos, del champan y de suculentos banquetes y, de congoja para otras que desgarran sus mejillas con lágrimas amargas y sus gargantas con un grito silente, por la ausencia de los seres queridos, hijos, hermanos, familiares y amigos que han emigrado del país, víctimas de la situación infamemente impuesta en la que una vez fue llamada…
“Tierra de Gracia.”
Regalos, juguetes y golosinas se acostumbraban repartir entre los niños y las personas queridas, ahora, son muchos los que no tienen ingresos monetarios suficientes para realizar las tres comidas necesarias para disfrutar de una buena salud, a pesar de ser o de haber sido profesionales honestos y hasta profesores universitarios con post grados y doctorados, pero la fe nos mantiene firmes ante la indolencia de sirios y extraños que presuntamente corren tras el lucro avaro, corrupto y delictivo…
Una vez más, a todos los venezolanos de buena voluntad les deseo…
Amor, paz y armonía… ¡Siempre!
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