¿Cuándo aprenderemos?
Se ha comprobado que los gansos cuando emigran, vuelan en forma de V, porque cuando cada pájaro bate sus alas, produce un movimiento en el aire que ayuda al que va detrás de él. Volando en V, la bandada completa aumenta su poder, por lo menos un 71% más que si cada pájaro volara solo.
Las personas que comparten una dirección común pueden llegar a cumplir sus objetivos más fácil y rápidamente, porque van apoyándose mutuamente, haciendo que los logros sean aún mejores.
Cada vez que un ganso se sale de la formación, siente inmediatamente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y rápidamente regresa a la formación, para beneficiarse del poder del compañero que va adelante.
Si nos unimos y nos mantenemos juntos a aquellos que van en nuestra misma dirección, el esfuerzo será menor. Será más sencillo y placentero el logro de alcanzar las metas previstas.
Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los lugares de atrás y otro ganso toma su lugar.
Los hombres obtendremos los mejores resultados si nos apoyamos en los momentos duros, si nos respetamos mutuamente en todo momento compartiendo los problemas y los momentos más difíciles.
Los gansos que van detrás graznan para alentar a los que van adelante a mantener la velocidad.
Una palabra de aliento a tiempo ayuda, da fuerza, motiva y produce el mejor de los beneficios.
Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, otros dos gansos salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se quedan acompañándolo hasta que esté nuevamente en condiciones de volar o hasta que muera y sólo entonces los dos acompañantes vuelan a su bandada o se unen a otro grupo.
Si nosotros tuviéramos la inteligencia de un ganso, nos mantendríamos uno al lado del otro apoyándonos y acompañándonos.
Si hacemos realidad el espíritu de equipo, si pese a las diferencias podemos conformar un grupo humano para afrontar todo tipo de situaciones, si entendemos el verdadero valor de la unión, de la amistad y si somos conscientes del sentimiento de compartir, la vida será más simple y el vuelo de los años más placentero.
La fuerza que proviene de los principios enmarcados en la ética, la moral y la probidad en la mayoría de los ciudadanos venezolanos, tiene su huella imborrable en la transmisión genética de una serie de preceptos irrenunciables; por lógica, razón y sensatez heredados del arraigo libertario que, cual transfusión sanguínea, llevamos en el cuerpo.
“Lo único que necesita el mal para vencer es la inacción de los buenos”.
La acción sistemática del hampa ha demostrado que no tiene raza, color ni ideología, es lo más nefasto que pueda existir en una nación, impone toques de quedas; acaba con hombres, mujeres, adolescentes y niños; deja a su paso viudos, viudas y huérfanos; invade propiedades; saquea, roba, hurta y atraca, se apropia de terrenos, viviendas, unidades de producción agropecuaria y/o empresas, arrasa con el bienestar social logrado por muchos ciudadanos con trabajo, esfuerzo, tesón, perseverancia, valentía e inversión, actúan como aquellas plagas de langostas que arrasaban con los sembradíos pero, más temprano que tarde se encontrará con la justicia.
No se trata de diferencias de clases sociales, la anarquía también está en las barriadas populares. Para mí, el mejor camino que nos conduce a la paz es la educación y la justicia amparada en el “Estamento Legal Vigente.” Sin argucias ni manipulaciones.
Somos ejemplo en el mundo por nuestro espíritu libertario y democrático, hemos sido también, icono indiscutible en elaboración de leyes fundamentadas en la equidad e imparcialidad.
Es historia, la ley siempre se impone y es el camino a la paz.
La justicia, aunque esté vendada, sabe esperar, utilizar su espada y restablecer el equilibrio. Las autoridades a quienes compete la responsabilidad sobre la seguridad garantizada constitucionalmente, referente a la vida y a los bienes de los venezolanos como derechos humanos fundamentales, están obligados a la rendición de cuentas.
¿Qué pasaría si se cumple con el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la Organización de las Naciones Unidas que consagra el derecho al trabajo y a tener una remuneración digna y suficiente, para que el trabajador pueda satisfacer sus necesidades básicas, para sí y para su familia?
Acaso la libertad no está en tener el libre albedrio de alimentarnos adecuadamente; de adquirir una vivienda propia sin dañar a nadie; de adquirir un automóvil para poder movilizarnos; de poder ejecutar el derecho a la sana recreación; a tener acceso a un buen sistema de salud y/o de educación. ¿Acaso esto no es parte de la Venezuela que queremos?
“Creemos que esto no es un sueño, que no es un imposible.”
LA