En una noche que pasó de la celebración a la tragedia, un devastador terremoto de magnitud 6.9 sacudió el centro de Filipinas ayer, 30 de septiembre, dejando un saldo preliminar de al menos 69 personas fallecidas y más de 200 heridas, según reportes oficiales. El sismo, con epicentro en el mar de Visayas frente a la costa de la provincia de Cebú, cerca de la isla de Bohol, ocurrió a las 9:59 p.m. hora local (21:59 PST), desatando el pánico en una región ya vulnerable a la actividad sísmica.
El epicentro se localizó a escasos 10 kilómetros de profundidad, en coordenadas 11°09′04″N 124°08′17″E, próximo al municipio de Calape en Bohol. Este evento forma parte de la dinámica tectónica del Cinturón Móvil Filipino, impulsada por la falla filipina, un sistema de fallas de deslizamiento de más de 1.200 kilómetros originado por la subducción oblicua de la placa del Mar de Filipinas. La intensidad del temblor se sintió con fuerza en ciudades como Cebú, Bogo y Daanbantayan, donde el suelo retumbó durante 45 segundos, según testigos.
La magnitud del desastre se evidenció rápidamente en las calles y barrios afectados. En Bogo City, la zona más golpeada, al menos 30 personas perdieron la vida, muchas de ellas atrapadas bajo los escombros de viviendas y edificios colapsados. Una de las escenas más impactantes ocurrió en el Complejo Deportivo de San Remigio, donde un pabellón se derrumbó sobre un partido de baloncesto en curso, causando la muerte de al menos 22 espectadores y jugadores. «Estábamos en el medio del juego cuando todo se vino abajo. Escuché gritos y vi el techo caer como si fuera papel», relató un sobreviviente local al canal filipino ABS-CBN.
Otros daños estructurales incluyen la destrucción parcial de la Arquidiócesis de Santa Rosa de Lima en Daanbantayan, un puente en San Remigio que aisló comunidades enteras, y un incendio en el centro comercial SM Consolacion que agravó el caos. En Tabuelan y Villaba, en la isla de Leyte, deslizamientos de tierra bloquearon carreteras principales, mientras que cortes de energía afectaron a Iloilo City y otras urbes vecinas. Un hospital en Cebú reportó más de 100 ingresos por fracturas, cortes y traumas, con equipos médicos trabajando a contrarreloj bajo la luz de generadores.
La respuesta inmediata de las autoridades filipinas fue coordinada pero desafiada por la oscuridad y las réplicas. Se registraron más de 795 réplicas, la más fuerte de magnitud 5.2 apenas 13 minutos después del sismo principal. El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico emitió una advertencia por perturbaciones menores en el nivel del mar, lo que llevó a evacuaciones masivas en costas de Leyte, Cebú y Biliran, aunque no se reportaron olas destructivas a gran escala.
El gobernador de Cebú declaró el estado de calamidad en la región, cerrando escuelas en Mandaue, Lapu-Lapu City y la capital provincial. Equipos médicos del Centro Médico del Sur de Cebú y la Guardia Costera Filipina desplegaron un buque de rescate con suministros, mientras que la Corporación Nacional de la Red Eléctrica colocó la red de Visayas en alerta amarilla para evitar apagones generalizados. Además, el Departamento de Energía impuso un congelamiento de precios por 60 días en el queroseno para facilitar el acceso a combustible en zonas afectadas.
Desde el extranjero, llegaron mensajes de solidaridad. El presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr., prometió «toda la ayuda posible» y visitó las zonas siniestradas esta mañana, donde se reunió con familias enlutadas. Países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y la Unión Europea ofrecieron asistencia humanitaria, recordando la vulnerabilidad crónica de Filipinas, un archipiélago que sufre en promedio 20 terremotos al año de esta magnitud.
Mientras los equipos de rescate continúan excavando en busca de sobrevivientes –con al menos 50 personas aún reportadas como desaparecidas–, expertos en sismología advierten de más réplicas en las próximas horas. «Filipinas está en el ‘Anillo de Fuego’ del Pacífico; eventos como este nos recuerdan la fragilidad de nuestra geografía», señaló el director del Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología (PHIVOLCS) en una conferencia de prensa.
Fotos: AFP News
