Migrantes venezolanos en España aseguran que a veces “solo comen una vez al día”
Un migrante venezolano identificado como Jonathan que llegó a España hace unos 20 días asegura que la vida en dicho país no es fácil para un migrante irregular, “hay días que solo comemos una vez” y que comparte “un cuarto pequeño que no tiene nada” dijo a EFE.
Este venezolano ingresó al país como muchos otros latinos, en calidad de turista, pero posteriormente al tener la intención de quedarse, quedó con situación migratoria irregular.
En Madrid, delante del Congreso de los Diputados español por el día del Refugiado, un par de centenares de personas, todas migrantes, reclamaron un mejor acceso a las citas administrativas en Extranjería para gestionar su situación, lugar donde también se concentró Jonathan.
Posteriormente regresó a la plaza Elíptica de Madrid, en el sur de la ciudad, donde empresarios pasan en sus vehículos a recoger a migrantes para llevárselos a trabajar por jornadas, de manera ilegal, sobre todo para labores de obra y construcción, según el medio de comunicación.
Pero asegura que no ha tenido suerte, debido a que la policía “andaba rondando” y pocos vehículos se han atrevido a parar ante posibles multas y detenciones: “la vida de un latino es fuerte, porque yo llego solo, no tengo a nadie, nunca había pensado que aquí no le dan trabajo a uno. Estamos en el siglo XXI y nosotros vivimos una esclavitud”.
Lamenta que los migrantes en situación irregular sean “mal pagados y vejados”, pues “nos maltratan, nos ponen a trabajar y no nos quieren pagar. ¿Por qué no nos dan la oportunidad, aquí hay compañeros que comemos una vez al día”.
José, otro migrante, tiene un caso distinto al de su compatriota, debido a que recibió asilo político porque salió de Venezuela tras una persecución de la Policía, uno de los elementos necesarios de acreditar para obtener el asilo.
Pese a ello, su situación laboral no dista mucho de la de Jonathan, ya que los solicitantes de asilo deben esperar seis meses desde que presentan la solicitud para poder trabajar de manera legal. A las 05.30 de la mañana acude a Plaza Elíptica a probar suerte.
“Se sobrevive como lo hacemos muchos, un día de trabajo, dos y vas guardando hasta completar el pago de la habitación, para comer si no estás trabajando hay iglesias y organismos que dan un desayuno o un almuerzo, si estás trabajando hay veces que se va uno y pasa todo el día sin comer hasta que al final de la tarde cobra y compras algo”, cuenta.
“Soy carnicero profesional y conductor de camiones, nunca había trabajado en la construcción y hay patrones buenos y otros regulares, todavía no me conseguí uno bueno pero ahí estamos”, asegura con ironía.
Fuente: La Nación
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