Este 14 de septiembre próximo, se cumplirán 70 años exactos de la inauguración del que tal vez es el monumento más emblemático y más identificatorio de la capital larense: El Obelisco de Barquisimeto.
Se trata de una obra de 75 metros de altura, en formato de paralelelípedo, que, según los entendidos en la materia, es el monumento más alto del país.
El diseño de la misma correspondió al ingeniero mexicano-venezolano Gustavo Gutiérrez-Otero, y su construcción estuvo a cargo del ingeniero Alfredo Rodríguez Delfino y su empresa, por mandato del entonces Ministerio de Obras Públicas (MOP).
El Obelisco fue inaugurado el 14 de septiembre de 1952, por la para ese momento existente Junta de Gobierno de Venezuela, que presidía el abogado Germán Suárez Flamerich, e integraban también los coroneles Luis Felipe Llovera Páez y Marcos Pérez Jiménez.
Este último, por cierto, ya se había convertido, desde el asesinato en agosto de 1950 del anterior presidente de la junta –que era íntegramente militar—, teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, en hombre fuerte del gobierno
De hecho, para comienzos del año 1953, Pérez Jiménez logró que el existente Congreso Nacional de esa época lo proclamase como presidente constitucional del país.
Era, asimismo, gobernador del Estado Lara el doctor Esteban Agudo Freites, quien también acompañó a los triúnviros en la ceremonia inaugural.
Pero ésa es otra historia, y, retomando el tema, valga recordar que, para ese entonces, el Obelisco estaba ubicado bastante retirado –al menos era la opinión generalizada de la mayoría de los barquisimetanos— del centro de la capital larense.
En ese sentido, es bueno recordar que, por el lado oeste, el área urbana de Barquisimeto se extendía entonces hasta la calle 50, y el pavimento vial de las calles transversales llegaba apenas hasta la calle 43.
En las afueras
de la ciudad
De ahí en adelante, el resto de las calles era de tierra, y, desde la calle 50 hacia arriba, ya ese sector correspondía a las afueras de la ciudad, con la existencia de algunas barriadas populares, cuya ubicación llegaba tal vez hasta lo que ahora es la calle 54, pero siempre con calles de tierra.
El Obelisco había quedado situado exactamente en la confluencia de lo que era la Carretera Panamericana –hoy Avenida Libertador– con la vieja carretera hacia Quíbor y El Tocuyo, hoy Avenida “Florencio Jiménez”.
Es dable entender, entonces, por qué motivo los lugareños de esa época consideraban que el monumento había quedado ubicado “muy lejos” del centro de Barquisimeto, en una ciudad que, para el momento, no llegaba a los 200.000 habitantes.
Algunos detalles
La obra tuvo un costo de Bs. 300.000, levantada en concreto armado y acero.
Disponía al momento de una rampa de acceso –todavía la tiene–, de una escalinata y de un ascensor interior que conducía a un mirador ubicado en la azotea del monumento.
Valga recordar que, durante muchos años, los barquisimetanos pagaban un bolívar –los adultos– y un real –los menores de 15 años– para subir hasta ese mirador y, desde allí, observar a la ciudad en una llamativa panorámica visual desde esa altura.
Algunos cuantos años después, le fue instalado un reloj en la parte superior de una de sus paredes laterales.
Remodelaciones
En el pasar de estos 70 años, el Obelisco, pero sobre todo sus alrededores, ha sido refaccionado parcialmente, en todo caso, supuestamente para darle mayor funcionabilidad y mayor ornato a esos alrededores, lo que, de alguna manera, no deja de ser cierto.
Lo que sí recordamos, en todo caso, es que la actual redoma que rodea al monumento no existía.
El monumento estaba, sí, rodeado de una hilera de acera continuada, también de concreto, pero en forma de triángulo, la misma que fue sustituida por la ya citada redoma.
El triángulo en cuestión fue uno de los sitios en que, tradicionalmente, en la época decembrina, las autoridades dieron permiso a la muchachada de la época, para patinar allí en las madrugadas de las misas de aguinaldo.
Reinaldo Gómez