Tertulias de Café/ Maximiliano Pérez
¿Producción Apolítica?
Una vez más, es mi deber comenzar aclarando que insisto en no ser político, que soy un ignorante en la política, que intento el no aceptar que se me tilde, de que soy político, aunque ese sea el criterio de algunas personas que tratan de imponérmelo por mis luchas en pro del bienestar de las humildes familias caficultoras, por ser gremialista desde mis días como estudiante universitario y en casi todas las actividades a las que he dedicado parte de mi vida, en mi trabajo, en las comunidades a las cuales he pertenecido y hasta en mi desempeño entre la sociedad.
He pregonado que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, pero a su propio albedrio y con todo respeto, pido perdón si blasfemo…
“MI ALBEDRIO ES QUE NO SOY POLÍTICO.”
Ni siquiera comparto la etimología de la palabra porque también he dicho que una frase dice conceptos muy diferentes con las mismas palabras:
“No es lo mismo un hombre pobre, que un pobre hombre.”
Se bien que la política, cuando se ejerce con integridad, es una de las más dignas profesiones que puede ejercer el ser humano.
Trato siempre de actuar en base a la lógica y la razón intentando lograr la sensatez.
Habiendo hecho estás aclaratorias, ante la teoría esgrimida por muchas personas que la ideología impuesta les hace execrar la política, factor principal utilizado para acabar con el periodo nacional que fue denominado como democrático y, según mi criterio, tomando como ejemplo, que Simón Bolívar fue más político que militar, me atrevo a preguntarles:
¿El problema que destruye a Venezuela, país que se proyectaba como el más desarrollado de América Latina y estaba logrando ocupar los primeros lugares en el ranking mundial de naciones, es o no es político?
“La Tierra de Gracia llamada Venezuela” permitió que muchos gobernantes nacidos en ranchos de bahareque fuesen sacados, por la democracia, a una casa , tal vez modesta, pero con todas las comodidades; con electricidad, gas y servicios públicos cónsonos con su sistema de vida; el sistema de salud que existía, hasta les salvó la vida, se les operó y se les dio atención médica en forma gratuita, Programas especiales de educación les ayudó a superarse hasta ocupar cargos importantes en la administración pública; el sistema de prestaciones sociales y de jubilación les permitió a muchos adquirir propiedades, a constituir empresas o tener fincas que les hicieron mejorar su situación económica.
Era como para haber estado agradecidos con la democracia, porque el sistema económico que existía contribuyó para que salieran de la miseria, pero no, la envidia, la avaricia, el deseo de riqueza fácil, y el deseo de poder, no se sació.
La República democrática educó a sus hijos gratuitamente, los convirtió en profesionales universitarios, técnicos, maestros, profesores y militares y, hasta los llevó a formar parte de una mano de obra calificada como excelente, a través de escuelas, liceos, universidades, politécnicos, Escuelas Técnicas Industriales, Escuelas de Agronomía, el Instituto Nacional de Capacitación Educativa, INCE, la Escuela de Formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación, EFOFAC, la Escuela Naval, y hasta la Academia Militar de Venezuela. No sólo se graduaron en libertad, si no que muchos de ellos fueron enviados a las mejores universidades del mundo a realizar maestrías y post grados…
¿Se olvidan de las Becas… ¡Gran Mariscal de Ayacucho?
Y después, “todos” consiguieron empleos con remuneración digna y suficiente, lo que les permitió tener un bienestar social cónsono con su trabajo, esfuerzo, tesón y perseverancia.
Siendo ellos la prueba más diáfana de que Venezuela era la tierra de las oportunidades, para lograr satisfacer sus ambiciones… se empeñaron en mentir descaradamente, sobre que la democracia no dio oportunidades a los pobres.
Basta con comparar el sistema de vida que teníamos los venezolanos antes del año 1999, con el que tenemos ahora, cuando somos sobrevivientes, en uno de los países más ricos del mundo.
La producción cafetalera ha sido sometida al exterminio después de que Venezuela fue el primer productor del mundo en cuanto a calidad y el segundo en cuanto a cantidad de café exportada. Después de que los caficultores pertenecíamos a una clase social prospera que, con su esfuerzo, tesón, perseverancia e inversión, sin asistencia técnica, fertilizantes, agroquímicos, ni financiamiento contribuyó con el pago de la deuda externa venezolana con las divisas provenientes de la exportación del producto de su trabajo.
Supongo que la nueva propaganda cafetera parece hacer cierto el pregón que dice:
“Hay sistemas políticos que te quiebran las piernas para que después tengas que agradecer que te regalen las muletas.”
Es mi percepción que el desastre venezolano le corresponde solucionarlo a los políticos…
¡NO A los politiqueros!
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