Durante sus 167 años de historia, el cementerio municipal de San Cristóbal, ha visto cómo la mayoría de sus tumbas han sido profanadas. Las fosas no sólo son abiertas para llevarse restos humanos para ser usados en ritos de brujería y santería, sino para hurtar piezas de mármol, aluminio, bronce y cobre que son revendidas en Colombia.

Para quien visita este camposanto es perturbador ver la gran cantidad de urnas desvalijadas. Algunos familiares han perdido la identificación de sus deudos y los restos de las sepulturas se pierden entre los escombros y la maleza.

En el cementerio existen aproximadamente 68.000 fosas repartidas en 6.5 hectáreas y divididas en 12 cuarteles y a pesar de que se intenta resguardar gran cantidad de ellas, el lugar no cuenta con suficientes trabajadores. 

Según Héctor Becerra, administrador del cementerio municipal, cuentan con un solo operador de campo, quien se encarga de cuidar que nadie entre a deteriorar las instalaciones. 

Expresó que, este problema se agudizó con la llegada de la pandemia del covid-19 cuando el camposanto quedó totalmente desprotegido. Sin embargo, Becerra afirma que desde hace dos meses estos actos vandálicos han mermado debido a que han localizado a los delincuentes que se dedicaban a profanar tumbas.

Fuente: La Prensa de Táchira

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