Ha sido aplaudida, cuestionada, examinada, consolada, disculpada y criticada. La duquesa de Sussex se ha convertido en uno de los focos de atención mediática desde el fallecimiento de la reina Isabel II hasta el funeral de Estado.
Y es que, aunque Harry y Meghan han tenido un papel secundario en muchos de los actos celebrados en honor a la monarca —pues no tienen ningún papel institucional—, cada uno de sus pasos y reacciones han sido comentados.
A pesar de las tensiones más que evidentes con algunos miembros de la familia y la ruptura total con otros de ellos, Harry y Meghan siempre han mostrado una especial debilidad por la reina. No obstante, el hijo pequeño de Carlos III era el nieto preferido de Isabel II.
Ese cariño que tenían a la monarca ha quedado patente con la emoción y el abatimiento que los duques de Sussex han mostrado en algunas de sus apariciones públicas estos días.
Las imágenes de Harry llorando en el servicio religioso ofrecido cuando el cuerpo de la monarca llegó a Londres dieron la vuelta al mundo.
Este lunes, han sido las lágrimas de Meghan las que han captado la atención de los fotógrafos. Desconsolada, la duquesa de Sussex no ha podido evitar llorar en algunos momentos de los actos celebrados para despedir definitivamente a la reina Isabel II.
Dentro del tempo, ha tenido que ser consolada por Sofía de Wessex, la mujer del príncipe Eduardo. Y ya fuera, con una postura inalterable ha intentado contenerse pero al final incluso ha recurrido a sus guantes para limpiarse las lágrimas que le caían por la mejilla.
La duquesa de Sussex ha asistido al funeral de riguroso luto, con un elegante vestido capa y tocada con una enorme pamela negra. De nuevo, ha lucido los pendientes de perlas y diamantes que Isabel II le regaló cuando se casó con Harry.
