Maria Corina Machado pide luchar para cambiarlo todo en Venezuela
María Corina Machado: «El chavismo perdió completamente su base social y los venezolanos buscan un cambio de sistema, un cambio de valores»
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- Author, Daniel Pardo
- Role, BBC Mundo
- 22 noviembre 2023
María Corina Machado cree que los venezolanos cambiaron. Que una crisis económica profunda, la separación de tantas familias y el éxodo de un cuarto de la población del país generaron una reflexión: un aprendizaje que puede, «ahora sí», producir un cambio en Venezuela.
«Antes había problemas, pero otros se ocupaban y como había plata, la plata daba para todo», le dice la política opositora de 56 años a BBC Mundo en su oficina del acomodado barrio de Altamira, en el este de Caracas.
«Hemos aprendido a los golpes, pero hemos aprendido y hemos descubierto lo que significa ser venezolano y el querer seguir siendo venezolanos», añade, mientras sonríe y habla pausado, con un volumen bajo, casi susurrando.
Atrás quedó la dirigente altisonante, para muchos radical, de hace 20 años. Aquella que interpeló a Hugo Chávez en el Congreso y fue tratada de «mosca», que «no caza águilas», por el presidente.
Machado dice que ella, así como los venezolanos, ha transformado su comprensión del país y renovado los métodos que considera convenientes para generar una transición.
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La dirigente, que en varias oportunidades llamó a boicotear elecciones organizadas por el oficialismo, ganó el 22 de octubre unas primarias de la oposición para las presidenciales de 2024 en las que participaron 2,4 millones de venezolanos, una cifra mucho mayor de la esperada, teniendo en cuenta las limitaciones técnicas y estratégicas que tuvo la organización de los comicios.
Machado, sin embargo, está inhabilitada políticamente por la justicia, aunque confía en que las negociaciones con Estados Unidos, en las que el chavismo se juega las licencias para poder vender petróleo, terminarán por darle la oportunidad de enfrentarse a Nicolás Maduro.
Y ante la pregunta de si eso no ocurre —que es lo que una abrumadora mayoría de los venezolanos cree que va a pasar, según encuestas—, la dirigente dice no contemplar tal escenario.
BBC Mundo conversó con Machado sobre el momento que vive Venezuela, de lo que viene y de la unidad de la oposición.
¿En qué momento diría que está Venezuela?
Venezuela está viviendo un cambio profundo. El 22 de octubre se cerró un ciclo político y social, y comienza una nueva era.
Quizá aún no nos damos cuenta de la magnitud, de los quiebres y de los cambios que exige el país.
Ese fue un día de reconocimiento mutuo dentro y fuera del país.
Y esto nos da una enorme confianza en nuestras propias fuerzas.
No es la primera vez que habla de un quiebre. ¿Por qué esta vez es diferente?
Sí, hemos tenido momentos de grandes oportunidades, donde ha habido mucho entusiasmo, donde ha habido gran atención de la comunidad internacional hacia Venezuela.
Yo creo que hay cosas importantes de cara al régimen. Está en un momento de enormes tensiones en lo interno. Han saqueado Venezuela y evidentemente un sistema de mafias es voraz e insaciable, y cuando no hay más plata que agarrar los choques entre ellos son brutales.
Por otra parte, creo que se han dado cuenta de que su sistema de control social y de represión ha perdido efectividad, porque ya la gente te dice «qué me van a quitar, me vas a quitar una bolsa de comida, si ya me quitaste mis hijos».
Las bases de las Fuerzas Armadas y de los cuerpos de seguridad civiles están pasando el mismo trabajo que el resto de la sociedad y también anhelan un cambio político.
Desde el punto de vista de la de la situación internacional, Maduro ya claramente es visto como una figura tóxica. Avanza la investigación en la Corte Penal Internacional; se aísla en este planteamiento frente a la amenaza de anexión de Guyana, que es una locura, y además muchos países de la región que están padeciendo la situación venezolana con la migración –Colombia, Perú, Chile o Estados Unidos– empiezan a entender que por su propio bien se necesita un cambio político ordenado en Venezuela.
Pero el cambio más importante es lo que se ha producido en la sociedad. El chavismo perdió completamente su base social y el anhelo de la sociedad va más allá de una figura; es un cambio de sistema, un cambio de valores.
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Después de más de 20 años de militancia, usted es ahora la líder de la oposición. ¿Qué cree que cambió en usted para que se reconociera su liderazgo?
Yo creo que lo más importante son las cosas que la gente percibe que no han cambiado.
Nosotros hemos nadado siempre contra la corriente.
Yo criticaba el socialismo cuando el socialismo era aquí casi una religión. Yo advertí sobre la naturaleza criminal de Chávez cuando todavía él tenía un control importante de sectores de la sociedad.
He hablado de la necesidad de abrir mercados, de privatizar, cuando eso todavía era pecado.
Y me he mantenido en estas posiciones porque estoy convencida de que esa es la única manera en la que puedes traer prosperidad y hacer que una nación y una sociedad sean realmente autónomas y libres y que el Estado esté a su servicio.
En segundo lugar, yo creo que el país quiere una nueva forma de hacer política. Rechaza tremendamente el populismo y la mentira, venga de donde venga.
Sí, yo he recorrido muchos desiertos largos y sola, pero creo que al final eso de mantener una visión, de defender lo que crees, hizo que la sociedad dijera «ha llegado el momento» y efectivamente se hayan caído muchos mitos.
¿Cree que la gente se hartó de las posiciones moderadas?
Mucha gente habla de que «hay que moderarse, hay que ser equidistante». Y yo pregunto ¿entre el bien y el mal?, ¿entre la justicia y la corrupción?, ¿entre la mentira y la verdad?
No podemos caer en ese chantaje de que si tú eres firme es porque eres violento. Ese es el gran chantaje del chavismo. Sumisión o violencia. O aceptas y bajas la cabeza a los términos de la tiranía, o si te revelas es porque tú eres violento.
Y la demostración espectacular del 22 de octubre es que no fue uno ni lo otro. Fue la antítesis de la sumisión, fue un acto de rebeldía, de desafío, de firmeza y de decir «no me voy a dejar amedrentar».
Sin plata, sin medios de comunicación, sin la presencia de los militares, sin el financiamiento del Estado, sin el CNE, sin los centros de votación. Fue un acto eminentemente cívico y pacífico.
Sabemos que mantener la unidad de la oposición es difícil. Incluso algunos plantean que usted es un factor de división. ¿Cómo mantener la unidad?
Yo creo que hay que empezar por preguntarse unión de quiénes y unión para qué, porque si es para mantener el estatus quo entre jefes de algunos partidos políticos, eso difiere mucho de lo que la sociedad venezolana anhela.
Nosotros necesitamos un gran acuerdo nacional, y es lo que yo me he comprometido a hacer, alrededor de unos consensos fundamentales de cómo concebimos la sociedad, la relación de Estado-ciudadanos, qué significa la convivencia entre nosotros.
Pero entre la gente, no un acuerdo de cúpulas para repartir cuotas.
Este régimen es muy hábil: dividiendo, corrompiendo, extorsionando, aterrorizando, desmoralizando.
Pero el 22 de octubre se demolió todo eso y se manifestó una visión de una estrategia para combatir este sistema, una visión que no es débil, que no es blanda, que no es tibia, sino que es firme y ha cohesionado a todo el mundo.
¿Pero entonces cuál es la estrategia para mantener la unidad?
La gente me dio un mandato y yo lo asumo con humildad, pero también con responsabilidad. Y lo que tenemos es que encontrarnos en esas cosas que compartimos, en esos consensos, en el país que queremos.
Al final todo el mundo, en todas partes del país, me dice lo mismo: «María Corina, yo quiero a mis hijos de vuelta, yo quiero unir mi familia».
Y eso pasa por transformar el país, porque la migración no va a parar hasta que tú no tengas esperanza de un futuro en Venezuela.
Esto no es una lucha electoral convencional. Hay algo pasando socialmente, culturalmente, espiritualmente en cada venezolano, en cada familia venezolana.
Esto es un anhelo de dignidad, de dignidad humana, de poder reconocernos y de vivir bien en tu país.
Tenemos que estar a la altura de la gente y llegar a cada hogar venezolano, a cada rincón del país donde hace décadas que nadie va.
Cuando yo fui a Delicias, un pueblo en el Táchira, la gente sacó banderas a las calles como si fuera un acto de soberanía. Me dijeron: «Lo están haciendo como un acto de reciprocidad porque tú te acordaste de que este pueblo existía».
Entonces, esto va mucho más allá de un tema de contar votos: es unir una nación.
El chavismo ya ha estado acorralado por cuenta de las sanciones, incluso más antes que ahora. ¿Por qué cree que les interesaría ceder?
No podemos ver el chavismo como una posición homogénea, o incluso como una dictadura convencional. Eso es mucho más complejo. Esto es un sistema adaptativo que al final tiene múltiples grupos que además van mutando.
Unos tienen intereses económicos importantes, otros son parte de dinámicas criminales, otros tienen vínculos geopolíticos. Y esos grupos están jalando hacia distintas partes.
Hay unos sectores que te dicen, «mira, claramente perdimos todo el apoyo social, pretender imponernos implica niveles de represión que no son factibles». Y entonces dicen, «vámonos a un proceso electoral, podemos estar en la oposición un tiempo y, así como ocurrió con Lula, regresar».
Y hay otro sector que te dice, «no, ni nos medimos ni nos arriesgamos».
Esa tensión se está dando dentro del chavismo y creo que hay que construir incentivos para todos los actores, dentro y fuera, actores convencionales y no convencionales.
Incluso aquellos que han sido aliados ideológicos del chavismo en el pasado hoy entienden que por su propio interés conviene una resolución pacífica y rápida del conflicto venezolano, y ahí estoy hablando claramente de los gobiernos de Colombia, Brasil, México, Chile y Argentina.
Contemplemos el escenario de que es habilitada, va a elecciones y gana. ¿Qué pasa ahí?
Nosotros vamos a encontrar una Venezuela devastada en todos los planos.
Aquí no queda una sola institución democrática de pie. Tenemos la economía destruida, la infraestructura en el suelo, tenemos una crisis financiera, una crisis de servicios, una crisis de soberanía, una crisis de seguridad, una crisis de toda naturaleza y una crisis humanitaria.
Lo inmediato es atender la emergencia e iniciar un proceso de reconstrucción institucional para darle gobernabilidad democrática al país. La clave es la confianza. Nosotros necesitamos construir confianza desde ya.
Ahora el otro escenario: no es habilitada. ¿Qué hace?
Aceptar que el escenario de que no soy habilitada es posible es aceptar una derrota que yo jamás voy a aceptar, mucho menos después de la victoria que acabamos de tener.
Los escenarios, como el futuro, se construyen; no son determinísticos y no son estáticos: tú los construyes, los construye una sociedad.
A mí cuántas veces me dijeron que eran imposibles las primarias, «qué pasa si no te dejan inscribir en las primarias», y mi respuesta siempre fue «va a haber primarias, me voy a escribir y voy a ganar».
En estos últimos 10 años ha habido ciclos de mayor y menor esperanza. A medida que hay un pico de esperanza, el desánimo, si cae, cae cada vez más bajo. ¿Cómo evitar otra decepción?
Hace como un año un muchacho me dijo, «me da miedo volver a creer». Y a mí me sacudió, porque tiene razón: da miedo, da miedo.
Pero si nosotros vemos todo lo que hemos padecido y los errores y los aciertos y los aprendizajes y entendemos que no somos los mismos, nos daremos cuenta de que somos mejores.
Hemos tenido pérdidas irrecuperables y nos hemos levantado.
Hoy Venezuela es una sociedad mucho más sólida, mucho más robusta, mucho más firme, mucho mejor de lo que jamás fuimos.
Nos hemos dado cuenta de que la libertad de la democracia hay que cuidarla. Habíamos pensado que la democracia nos venía en el tetero.
Hemos aprendido duro, a los golpes, nos ha hecho cuestionarnos, pero hemos aprendido.
El tener nuestra cuarta parte de la sociedad regada por el mundo y darnos cuenta de que nos une la música, la comida, la cultura, las imágenes, la historia nos ha permitido ver qué es ser realmente venezolano.
Somos gente generosa. Somos gente solidaria. Somos gente alegre. Somos gente que no queremos mendigar, sino que queremos ser autónomos. Que no nos calamos que nos impongan, sino que queremos emprender. Que amamos la familia.
Claro, tenemos que ver cómo vamos a hacer para que esto funcione a futuro, para que nunca jamás vivamos un proceso de fragmentación y de enfrentamiento como el que intentó y en algún grado logró el chavismo, que buscó dividirnos bajo todos los criterios: ricos y pobres, negros y blancos, izquierda y derecha, este y oeste, cuarta y quinta, los de afuera y los de adentro.
Y en usted, ¿qué ha cambiado?
Yo creo que todos hemos aprendido mucho.
Hemos además cometido muchos errores, y cuando los errores son cometidos con base en lo que tú crees que es lo correcto o porque no tienes toda la información o porque has subestimado lo que enfrentas, hay que aprender de ellos.
Y yo creo que es un momento donde además nos hemos ido descubriendo. Nos hemos dado cuenta de que «epa, yo soy capaz de hacer esto».
Nos pasa a todos: yo he vivido cosas en estos meses que, al pasar o al superar o al resistir, digo «hace un año yo no hubiera aguantado».
Yo sí creo que esto nos va haciendo más recios, más generosos, más humildes en el sentido de buscar y aprender de otros, pero también más firmes porque como te decía antes no podemos confundir tolerancia y amplitud con debilidad.
¿Entonces María Corina hoy en día es más humilde?
Yo quiero pensar que he aprendido y que soy mejor persona; sí, en muchas cosas, no solo en eso.
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