Durante la misa de la Epifanía por los Reyes Magos en la basílica de San Pedro, el papa Francisco alertó hoy contra los «tranquilizantes del alma» que proporcionan el consumismo y el placer, diseñados «para sedar nuestra inquietud».
«El clima que respiramos cada día ofrece tranquilizantes del alma, sustitutos para sedar nuestra inquietud y apagar esas preguntas, desde los productos del consumismo a las seducciones del placer, desde los debates sensacionalistas hasta la idolatría del bienestar; todo parece decirnos: no pienses mucho, deja que pasen, disfruta la vida», advirtió en su homilía el pontífice, en silla de ruedas por sus problemas de rodilla.
Y agregó: «Frecuentemente buscamos acomodar el corazón en la caja fuerte de la comodidad, pero si los Magos hubiesen hecho esto no habrían encontrado nunca al Señor. Dios, sin embargo, vive en nuestras preguntas inquietas».
En este sentido, el pontífice argentino resumió, reflexionando: «Sedar el corazón y sedar el alma hasta que no haya más inquietudes, este es el peligro».
Su homilía precisamente versaba sobre la importancia de las preguntas, como las que según las Escrituras se hicieron los Reyes Mayos para partir desde Oriente hasta Belén para adorar al Niño.
Francisco parafraseó a su predecesor, Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años, que dijo que el recorrido de Melchor, Gaspar y Baltasar siguiendo la estrella «era expresión de su estar interiormente en camino, de la peregrinación interior de sus corazones».
Este pasaje bíblico, sostuvo Bergoglio, demuestra que «la fe es un camino y un peregrinaje» que parte de «la inquietud de las preguntas», del «riesgo del camino» y «del asombro de la adoración».
«La fe, si permanece estática, no crece; no podemos reducirla a una mera devoción personal o confinarla entre los muros de los templos, sino que es necesario manifestarla, vivirla marchando de forma constante hacia Dios y hacia los hermanos», instó.
Bergoglio lamentó que «muchas veces» se reza para pedir cosas a Dios pero no para adorar en silencio: «Hemos perdido el sentido de adorar porque hemos perdido la comprensión de la inquietud y el coraje para seguir adelante con el riesgo del camino», afirmó.
La ceremonia comenzó con el himno del «Adeste fideles» y en ella Francisco recibió algunas ofrendas por parte de personas de distintas partes del mundo.
El pontífice, que ayer presidió el funeral de Benedicto XVI en la plaza de San Pedro, mañana conmemorará el Bautizo del Señor en la Capilla Sixtina, donde impartirá ese sacramento a algunos niños.