Estos pequeños australianos tienen una obsesión adorable: meterse en la bolsa de su madre a toda costa.S
Si alguna vez has visto un wombat, sabes que este marsupial australiano parece un cruce entre un osito de peluche y un pequeño tanque peludo. Pero lo que realmente te hará derretirte son sus crías: bebés tan apegados a sus mamás que pasan meses viviendo dentro de su bolsa, asomando sus caritas redondas como si fueran el accesorio más tierno del mundo. Desde santuarios en Tasmania hasta videos virales en redes, estas bolitas de pelo están conquistando corazones.
Los wombats bebés nacen diminutos —apenas del tamaño de una gomita— y pasan los primeros 6 a 8 meses creciendo dentro de la bolsa marsupial de su madre. A diferencia de los canguros, la bolsa de un wombat está orientada hacia atrás, un diseño práctico para que no se llene de tierra mientras ella excava sus madrigueras. Con el tiempo, las crías empiezan a asomarse: primero una naricita húmeda, luego unos ojitos brillantes, y finalmente unas patitas rechonchas que intentan trepar de vuelta si algo las asusta.
Cuando los bebés wombat crecen lo suficiente, entre los 7 y 10 meses, empiezan a salir de la bolsa, pero no se alejan mucho. Sus movimientos lentos y su apariencia de peluche vivo los hacen irresistibles. Y si eso no basta, escucha esto: los wombats bebés emiten suaves gruñidos o ronquidos que suenan como un cachorrito soñando.
Las mamás wombat son increíblemente pacientes. Mientras excavan o buscan comida, sus crías las siguen como sombras torpes, a veces durmiendo acurrucadas contra ellas en madrigueras subterráneas.
Foto: zoos.media
