Desde hace ya unos cuantos años, en Barquisimeto se ha hecho ya bastante común, si se quiere, el robo de las tapas de las llamadas bocas de visita.
Éstas últimas no son otra cosa que las aberturas de los puntos de enlace de la red cloacal subterránea de la ciudad.
Estas bocas de visita son cubiertas, o protegidas, por unas tapas circulares de hierro, bastante pesadas, por cierto.
Pues bien, a tales tapas de hierro es a lo que nos estamos refiriendo en este trabajo periodístico.
Para comercializarlas
No estamos al cabo de saberlo con exactitud, pero es de suponer que el objeto de tales robos es el de comercializarlas, aun cuando tal vez no en físico, sino como hierro fundido.
Los cierto es que, al momento, se aprecian muchos sitios de la capital larense en los cuales aparecen las llamadas bocas de visita de la red cloacal, pero sin sus correspondientes tapas de hierro, y en algunos casos desde hace ya mucho tiempo.
Y suponemos que ello no deja de generar problemas, debido a que unas cuantas de esas bocas de visita que han quedado al descubierto se han ido llenando –o llenando a medias– de tierra, de escombros y de monte, con los consabidos problemas que se generan en la mima red cloacal.
A esta nota periodística, anexamos gráficas de algunas de tales bocas de visita cloacales totalmente descubiertas –o desprotegidas– por la falta de su correspondiente tapa de hierro, en las siguientes direcciones:
Calle 42, hacia la Zona Industrial Uno; carrera 18 con calle 16; avenida Vargas entre carreras 20 y 21, y en la avenida Divina Pastora, frente a la sede del INCES de Barrio Unión.
A esta última, por cierto, le falta también la base-soporte que debe llevar en su borde respectivo.
También lo otro
Pero también, como señalamos lo uno, señalamos también lo otro: de la boca de visita de la avenida Libertador con la calle 37, se robaron igualmente su tapa de hierro.
No obstante, hace poco tiempo, le fue colocada una nueva, cuestión que hay también que reseñar y reconocer, objetivamente hablando.
Pero lo que pretendemos es llamar la atención en cuanto a esta situación, por cuanto, aparte del problema en sí mismo que tal circunstancia genera, ello no deja de ser un riesgo para los conductores de los numerosos vehículos que circulan por la ciudad, y hasta para los mismos peatones.
Reinaldo Gómez
Gráficas: Ángel Zambrano.