Ochenta y cuatro años no es un día. Hay que verle la cara a 84 años. Y eso es, precisamente, la cantidad de años de existencia que estará cumpliendo el partido Acción Democrática (AD) este sábado 13 de septiembre.
Son casi ocho décadas y medio de existencia, por lo que la historia de Acción Democrática, incluido todo el protagonismo que, para bien o para mal, ha tenido en la reciente historia contemporánea del país, da, a nuestro juicio, para escribir, no uno, sino dos y hasta tres libros de abundante documentación.
Fundado oficialmente el 13 de septiembre de 1941, quienes fueron sus pioneros y promotores, pese a ser muchos de ellos bastante jóvenes en ese momento, eran, al mismo tiempo, dirigentes curtidos, pues ya venían de sufrir prisiones, persecuciones y torturas de parte de los gobiernos de Juan Vicente Gómez y de Eleazar López Contreras.
Pero hay que señalar también que unos cuantos de ellos, incluido su máximo líder, Rómulo Betancourt, provenían del Partido Comunista de Venezuela (PCV), o, en todo caso, de pregonar y de defender la doctrina marxista.
Y, justamente –algo que mucha gente no sabe–, es que, de allí, viene el cognomento de identificar a los militantes de ese partido como “adecos”, un término que, inicialmente, pretendió ser despectivo, o estigmatizante, pero que, irónicamente, al final, concluyó siendo asumido hasta por los mismos adecos.
Esa palabra es una conjunción –o contracción- de los términos “adeísta” y “comunista”, es decir, al término “ade…”, le agregaron el de “comunista”.
Así, en un principio, la denominación que se acuñó fue la de “adecomunista”, pero, con el correr del tiempo, la tendencia del venezolano a abreviar las palabras la fue recortando a “adeco”, y así se quedó, y así entró a la historia política del país.
Y es que, en sus primeros años de existencia, los rivales políticos de la tolda blanca trataron de mostrarlos ante la opinión pública como algo así como comunistas disfrazados de demócratas.
Bueno es recordar que, para esa época, y aún durante mucho tiempo, en Venezuela, el profesar y practicar la doctrina comunista era algo así como “caca”, y lo era muy especialmente en el ámbito religioso, por aquello de que los comunistas supuestamente “niegan a Dios”, y de que los comunistas supuestamente “comen carne humana”.
En todo caso, el acceso de AD a la vida legal tuvo lugar apenas siete meses después de haber asumido como presidente de la república el general Isaías Medina Angarita, quien, por cierto, siendo militar, gobernó en un marco de amplias libertades democráticas, y muy especialmente respetando siempre la libertad de expresión, de reunión y de pensamiento.
El momento de inflexión
Lo que tal vez fue el momento de mayor inflexión en la historia de AD tuvo lugar el 18 de octubre de 1.945, cuando ese partido se alió con un sector militar del país para derrocar al gobierno de Medina Angarita, que fue quien, precisa e irónicamente, lo había legalizado en 1941.
De ahí en adelante, AD, que ya ha había experimentado cierto crecimiento durante su oposición a Medina Angarita, extendió su presencia a todos los rincones del país.
En honor a la verdad, hay que señalar que, si bien AD tuvo muchos aciertos en las oportunidades en que le correspondió conducir al país, también cometió numerosos errores y desaciertos, todo lo cual se ligó con unos cuantos casos de corrupción, algunos de ellos bastante escandalosos.
Todo eso fue, poco a poco, con el paso de los años, minando la credibilidad y la confianza de los venezolanos en la tolda blanca.
Época de esplendor
A manera de comparación –y sobre todo para conocimiento de las nuevas generaciones–, valga recordar que, en su época de mayor esplendor, AD llegó a conquistar en una misma elección, sola y sin ninguna alianza, e incluso en varias oportunidades, más de la mitad de los senadores y más de la mitad de los diputados al desaparecido Congreso Nacional.
Recuérdese que, anteriormente, el Poder Legislativo en Venezuela lo constituía el Congreso Nacional, integrado por dos cámaras, la de Senadores y la de Diputados.
Es más: Durante los 40 años de la llamada “cuarta república”, AD llevó a cuatro de sus máximos líderes, por via electoral, a la presidencia de la república, vale decir: Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez (A éste incluso en dos oportunidades) y Jaime Lusinchi.
Pero, ¿Qué ocurrió? Pues sencillamente ocurrió que, a todos esos errores y desaciertos antes señalados, se vinieron sumando también, de paso, las innumerables divisiones, subdivisiones y desprendimientos que, en su seno, ha sufrido el llamado “Partido del Pueblo” a través de toda su historia.
Hoy en día, AD, “para variar”, igualmente con una nueva división a cuestas, trata de reconquistar espacios perdidos.
Una nueva división (¿Será la última) que encabezó el diputado Bernabé Gutiérrez, con la diferencia de que, en este caso, Gutiérrez sí logró despojar, tanto del nombre como de los símbolos del partido, a quien durante más de dos décadas ha estado liderando a la tolda blanca: Henry Ramos Allup.
Por supuesto, a ojos vistas y comparándolo con otras épocas de esplendor, como antes señalamos, AD se halla en estos momentos bastante disminuida, muy, pero muy lejos, de la época de cuando los adecos poblaban las calles del país, y organizaban mitines y marchas multitudinarias cuando la ocasión lo requería.
De todas maneras, y aún en ese ambiente, desde esta redacción, enviamos hasta toda la dirigencia y militancia acciondemocratistas nuestras sinceras felicitaciones en esta fecha cumpleañera, y que tengan éxito en los objetivos que ahora se han propuesto (RG).
