Considerada una de las leyes antiinmigrantes más estrictas en la historia estadounidense, la SB4 convierte en delito el que un extranjero «ingrese o intente ingresar al estado desde una nación extranjera» de forma irregular. La falta se convierte así en un crimen grave, punible hasta con 20 años de prisión, si el infractor es reincidente.
La ley permite a la justicia estatal ordenar la expulsión de personas sin mediar proceso judicial. Y lo más polémico, los oficiales de policía podrán arrestar a cualquier individuo del que sospechen que ingresó ilegalmente al país, y tendrán la facultad discrecional de expulsarlo.
Esta ley, que apunta especialmente a los migrantes indocumentados que llegan a través de la frontera con México, ha sido objetada por grupos de derechos, los cuales argumentan que propicia el perfilado racial, entre otros resultados negativos.
Destacó que la ley «le da a Texas el poder sin precedentes de deportar personas, que es uno de los poderes más severos y trascendentales que tiene cualquier nación soberana», además de que «separa familias, destruye medios de subsistencia y causa que las comunidades vivan en temor».