Alberto Fujimori fue conocido en el mundo entero por atentar contra el Congreso peruano, el hecho que tuvo lugar el 5 de abril de 1992, cuando decidió clausurar el Congreso, suspender la Constitución, y declarar el estado de emergencia.
Fujimori alcanzó el poder en 1990 tras un contundente triunfo en las elecciones frente al premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, pero no logró hacerse con el control del Congreso y, con el paso del tiempo, las relaciones entre el presidente y los líderes de la cámara se fueron deteriorando.
Fujimori se enfrentaba a una crisis económica severa y a un reto insurreccional por parte de la guerrilla de Sendero Luminoso.
La disolución del congreso contó con el respaldo del ejército y con amplio apoyo entre la opinión pública.
Bajo presión de la comunidad internacional, convocó nuevas elecciones al Congreso en noviembre de 1992 y la nueva cámara elaboró una nueva Constitución con mayores poderes ejecutivos.
«Fujimori tenía tanto apoyo popular que volvió a ganar las elecciones en 1995», refiere Daniel Zovatto, director regional de América Latina y el Caribe de IDEA (Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, con sede en Estocolmo) a la BBC Mundo.
La anterior explicación coincide con lo que se está viviendo a esta hora en Perú, donde temprano, el actual presidente Pedro Castillo declaró un gobierno de excepción y la disolución de el Congreso.
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