“A nosotros nos mueve es la fe en Dios, la obediencia a Dios y el amor al prójimo”.- La anterior manifestación provino de la apóstol Zuleima Jiménez, quien encabeza la comunidad cristiana “Amor de Dios”, la cual se congrega en un inmueble ubicado en la calle 24 entre las carreras 24 y 25 de Barquisimeto.
Allí –nos apunta la señora Jiménez–, todos los días viernes, a partir de la 1:00 de la tarde, se les brinda almuerzo a numerosas personas en condición vulnerable o de calle, o que se hallan prácticamente viviendo en condiciones extremadamente precarias.
¿De dónde nació, o salió, esa voluntad de hacer realidad esta obra de auxilio social?
–Bueno, esta idea nació sencillamente de lo que manda Dios, y según lo establecido en la Biblia.
–Para nosotros –se refería a su congregación–, estos hermanos que vienen aquí a recibir su modesta ración de comida son los diamantes del Señor, porque ellos son tan seres humanos como nosotros, y merecen igualmente nuestra mayor atención, y lo hacemos con mucho amor y con mucha voluntad.
Ante una pregunta, recalcó que “este servicio lo prestamos los integrantes de un equipo de hombres y mujeres de nuestra comunidad cristiana, cuyos integrantes se encargan, unos, de buscar el alimento; otros, de cocinar; otros de servir la comida; etc., y todo ello, repito, con mucho amor, porque nosotros estanos es al servicio de Dios”.
Y respondiendo concretamente a la pregunta, expresó:
–Es que Dios dijo: “Dale de comer a mi pueblo”, y eso es lo que nosotros estamos haciendo, por supuesto, dentro de nuestras posibilidades.
Por cierto –le decimos–, ¿De qué manera logran ustedes obtener las provisiones de alimentos?
Como respuesta, la apóstol Zuleima Jiménez recalca:
–Mire, eso lo obtenemos de entre nuestra propia gente, de nuestros propios hermanos, pues siempre tenemos gente dispuesta a colaborar, y, hasta ahora, lo hemos hecho así.
Explica ella que todo comenzó en el año 2016, poco antes de la pandemia del Covid 19, la que, precisamente, paralizó el servicio por algún tiempo.
–Incluso, a mí me afectó el Covid 19, y me vi bastante mal, pero Dios me salvó, para que siguiera sirviendo a mis semejantes, y, cuando cesó la pandemia, volvimos a nuestra tarea con mayores bríos.
Explica que, en término promedio, allí se atiende a entre 85 y 90 personas cada viernes, pero también señaló que ha habido algunos días en que han atendido hasta a 154 personas.
–Y nosotros a nadie le estamos pidiendo ninguna condición, ni discriminamos a nadie por cuestiones religiosas o de cualquier otro tipo. Aquí todo el que venga es bien recibido.
Explicó que lo único que se hace allí es que, antes de servir la comida, “que es el alimento físico”, se les hace oír la palabra de Dios, “que es el alimento espiritual”.
En cuanto a qué se requiere para ser atendido, destacó:
–Pues la persona que venga aquí en busca de alimento lo único que tiene que hacer es la cola, y esperar su turno. Más nada.
En cuanto al menú, dijo que a los comensales se les ofrece normalmente caraotas con arroz, pero también en otros días se ofrece lentejas, o menestrón, y ensalada en algunas ocasiones.
¿Reciben ustedes alguna ayuda oficial?
–Pies mire: La verdad es que no recibimos ningún tipo de ayuda oficial, pero es que tampoco la hemos solicitado, porque, hasta ahora, con el favor de Dios, nos hemos podido valer por nosotros mismos, incluso con algunas limitaciones, pero hasta ahora, repito, hemos logrado salir adelante (RG)
(Gráficas: Cortesía).
