A una semana de las elecciones en Venezuela, el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero ha mantenido un silencio absoluto sobre un proceso electoral que ha sido cuestionado por numerosos gobiernos de América Latina, Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA). Este mutismo ha generado tensiones dentro del Grupo de Puebla, un foro que reúne a exmandatarios y políticos de centro izquierda de Iberoamérica, donde Zapatero es una figura clave.
La situación se intensificó el pasado fin de semana cuando Zapatero se negó a respaldar un comunicado emitido por los expresidentes Ernesto Samper y Leonel Fernández, quienes exigieron al Consejo Nacional Electoral (CNE) garantizar la transparencia del proceso electoral. Mientras tanto, otros miembros del Grupo de Puebla, como el presidente brasileño Lula Da Silva, han aumentado la presión sobre Nicolás Maduro para que muestre las actas de la elección, distanciándose de la postura silenciosa de Zapatero.
El silencio de Zapatero ha sido interpretado como una estrategia para evitar señalar el fraude electoral, ya que algunos integrantes del Grupo de Puebla temen que hacerlo podría beneficiar a la oposición al chavismo. Sin embargo, la falta de acción de Zapatero contrasta con las declaraciones de otros líderes de izquierda que han cuestionado abiertamente los resultados de las elecciones en Venezuela.
La situación ha creado un dilema para los miembros del Grupo de Puebla, quienes enfrentan presiones internas en sus respectivos países. La tibieza ante Maduro podría complicar sus aspiraciones políticas, especialmente en un contexto donde varios líderes ya han desautorizado los resultados electorales. Así, Venezuela se ha convertido en un tema delicado para el Grupo de Puebla, transformando lo que debía ser una oportunidad para avanzar hacia la democracia en un verdadero dolor de cabeza interno.