Hay días en los que nos sentimos imparables y otros en los que todo nos pesa. La diferencia, muchas veces, no tiene que ver con cuánto dormimos o qué comimos, sino con algo más profundo, la conexión con nuestras fuentes de energía.
No se trata solo de cosas evidentes como el café o el ejercicio, sino de actividades, personas o espacios que alimentan nuestro bienestar interior. Reconocer qué nos impulsa nos permite tomar decisiones más conscientes, priorizar mejor y vivir con más intención y equilibrio.
Observa tus momentos de entusiasmo
Una de las formas más claras de identificar lo que te da energía es prestar atención a esos momentos en los que te sientes más inspirado, motivado o presente. ¿Qué estabas haciendo? ¿Con quién estabas? ¿Cómo era el entorno? Muchas veces, las respuestas están en los detalles.
Puede ser una caminata al aire libre, una conversación con alguien que te comprende, crear algo con tus manos o simplemente estar en silencio. Lo importante es notar cómo te sientes durante y después de esas experiencias. Si sales renovado, ahí hay una pista valiosa.
Detecta lo que te agota y haz el contraste
Así como hay cosas que nos cargan, hay otras que nos drenan. Presta atención a las actividades que te dejan cansado mental o emocionalmente, incluso si no parecen exigentes. A veces, cumplir con ciertas rutinas, pasar tiempo con personas negativas o hacer cosas por obligación puede consumir más energía que una jornada intensa.
Cuando contrastas lo que te agota con lo que te revitaliza, puedes empezar a trazar una línea clara entre lo que deberías priorizar y lo que puedes reducir o transformar. Esta toma de conciencia es esencial para ajustar tu día a día en favor de tu bienestar.
Escucha tu cuerpo y tus emociones
El cuerpo es un gran indicador de tu nivel energético. Si algo te hace sentir liviano, entusiasmado o en calma, probablemente te está nutriendo. Si, por el contrario, sientes tensión, fatiga o desgano, algo no está alineado. Lo mismo ocurre con las emociones, la alegría, el interés o la paz suelen acompañar a lo que nos impulsa.
Aprender a escucharte requiere práctica, pero es un ejercicio poderoso. Puedes apoyarte en herramientas como la escritura diaria, la meditación o simplemente hacer pausas para preguntarte: “¿Esto me llena o me vacía?”.
Ajusta tus rutinas según tus descubrimientos
Una vez que empiezas a identificar tus verdaderas fuentes de energía, es clave incorporarlas en tu vida con más intención. No necesitas hacer cambios drásticos de inmediato, basta con ir sumando pequeñas dosis de lo que te hace bien: diez minutos de algo que disfrutes pueden marcar la diferencia.
También es importante darle un espacio a lo inesperado. A veces, descubrir nuevas actividades o personas puede abrir puertas a energías que no sabías que necesitabas. Mantenerte curioso, abierto y conectado contigo mismo es la mejor manera de seguir recargándote desde adentro.
Conocer lo que te da energía no es un lujo, es una necesidad. En un mundo que demanda tanto de nosotros, aprender a identificar, cuidar y cultivar tus fuentes internas de bienestar es uno de los actos más poderosos de amor propio que puedes practicar. S
