- Isabel Hernández, psicóloga y profesora del Máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria de la Universidad Europea, asegura que la cosmeticorexia puede tener consecuencias mentales graves como trastornos de la imagen corporal, baja autoestima y ansiedad relacionada con la apariencia.
- No se trata solamente de las rutinas diarias del cuidado de la piel o el “skincare”, es una adicción que se está impulsando por la preocupación excesiva por la apariencia física de niñas y jóvenes
Bogotá, Colombia – 15 de abril de 2024. La experta Isabel Hernández Rivero, psicóloga y profesora del Máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria de la Universidad Europea, asegura que la cosmeticorexia puede estar influenciada por una combinación de factores socioculturales, como la presión de los medios de comunicación y la publicidad que promueven estándares irreales de belleza
El creciente abuso de productos de belleza en niñas y jóvenes ha desatado una obsesión que ha traído consigo consecuencias físicas y mentales. Las tendencias en las redes sociales demuestran que esta influencia cada vez es más preocupante. En las plataformas digitales se ve como niñas y adolescentes crean estas prácticas de “skincare” a tal medida que se ha convertido en una obsesión.
La adicción a comprar productos de belleza y de cuidado para la piel tiene nombre: La cosmeticorexia. Es algo que va más allá de las rutinas diarias del cuidado de la piel o el “skincare”, una adicción que se está impulsando a la preocupación excesiva por la apariencia física de niñas y jóvenes. Para la profesora Isabel Hernández “esto está influenciado por una combinación de factores socioculturales: la presión de los medios de comunicación y la publicidad que promueven estándares irreales de belleza, así como la influencia de las redes sociales donde se comparan constantemente con otros”.
La sobreexposición de niñas y jóvenes a productos cosméticos se ha convertido en un problema creciente. Según un informe de la Cámara de Cosmética y Aseo de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), en el 2022 el sector bienestar alcanzó los $58,7 billones, con $30,4 billones destinados al cuidado personal y limpieza, un aumento del 9,5% respecto al año anterior[1]. Esta tendencia ha generado una presión social que impulsa a las niñas a adoptar rutinas faciales y de belleza completas, lo que beneficia significativamente a la industria cosmética, incluyendo peluquerías y spas.
La popularidad de estas prácticas también ha dado lugar a nuevas formas de celebrar los cumpleaños, como las «beauty party kids», que promueven una preocupante obsesión por la apariencia física desde edades tempranas. Estos nuevos negocios no solo capitalizan esta tendencia, sino que también juegan con la autoestima de las niñas y jóvenes para incrementar sus ventas.
La obsesión por la belleza en niñas y adolescentes se ve agravado por la accesibilidad de los productos, pues normaliza esta adicción de belleza desde una temprana edad generando una dependencia emocional. Esto afecta de manera mental, contribuyendo al desarrollo de trastornos de la imagen corporal, baja autoestima y ansiedad relacionada con la apariencia. También, como asegura Hérnandez, las consecuencias pueden ser físicas “puede provocar irritaciones en la piel, acné inducido por productos inadecuados, o reacciones alérgicas”.
Para frenar estas prácticas se requiere un enfoque integral que incluya educación sobre autoestima positiva, límites saludables en el uso de productos de belleza y redes sociales, regulación de la publicidad dirigida a jóvenes y promoción de una cultura que valore la diversidad y la aceptación de uno mismo y de los demás.