Alberto Castillo Arráez
Al principio cualquiera no hablaba por la radio. Lo hacían muy pocos. Son los privilegiados dotados de voces graves que retumban como un cañón por los micrófonos, caso Francisco Fossa Anderson por 1BC-Radio Caracas Radio. Los hombres de voces graves y bien moduladas que el oyente seguía con vehemencia por la magia que de la misma emanaba por la impecable dicción.
En Barquisimeto el primero en cumplir ese rol a los 20 años de edad es Alberto Castillo Arráez, el 18 de enero de 1935, cuando es fundada La Voz de Lara. Un intelectual multifacético dueño de una formación cultural de dimensiones universales en aquel Barquisimeto atascado en el siglo XIX en que la sumió la retrógada dictadura del gomezalato.
Es el locutor que diariamente entra a los espacios de la gente en el hogar, vehículos, reuniones, sitios de trabajo o en la soledad por medio de esa maravilla técnica que es la radio. Es el invitado quien tiene la voz y palabra como herramientas de trabajo para: informar, entretener, educar y culturizar para acompañar a los oyentes.
Todo sin que pida permiso para hacerlo pues se lo permiten las ondas hertzianas, las cuales irrumpen en cualquier espacio. De allí la pertinencia de su labor en la sociedad al actuar como un modelador de la conducta del hombre.
Se trata de un trabajador de la palabra hablada que influye en la vida de quienes lo escuchan y siguen con atención sus mensajes en un mundo donde la comunicación oral es determinante por lo temporal. Comunicación que en la radio se realiza a la velocidad de la luz, es decir, 300 mil kilómetros por segundo.
El lenguaje es la materia prima de su cotidiano trabajo ante el micrófono que está obligado a conocer y manejar correctamente desde la elemental articulación de las palabras hasta las profundidades de su dimensión filosófica. Recordemos que el lenguaje forma parte del Universo simbólico del hombre.
Una actividad mental en que antes se impone el pensamiento para decirlo luego por el micrófono. El hombre piensa primero y después habla. La palabra oral existente en la historia humana desde hace aproximadamente 26 mil años. Pero el lenguaje radial va más allá de la palabra oral pues consta también de la música, sonido y silencio.
Es quien primero usa la palabra a través de esta invención técnica que es la radio gracias al ingenio del italiano Guillermo Marconi en 1894. Si lo ubicamos cronológicamente sucede formalmente desde el 20 de noviembre de 1920 en la ciudad de Pittsburgh, EEUU con la pionera KDKA.
Producto de la evolución y organización de la sociedad su ejercicio se hizo legal en Venezuela a partir de 1941 con el Reglamento de Radiocomunicaciones creado por Rafael Pocaterra. Antes desde mayo 1926 cuando aparece AYRE, la primera radiodifusora del país, su práctica no estaba aún legalizada por lo que se les llamaba “habladores”.
Así pues, legalmente “Se entiende por locutores o anunciadores a los efectos de este Reglamento las personas que hacen uso habitualmente de los micrófonos de una estación, transmitiendo los anuncios e informaciones e indicando o comentando los números de los programas.”
En relación a su actividad han surgido falsas creencias y consejas, entre éstas la de las voces graves. Erróneamente algunos creen que la radio es únicamente para las voces fuertes cuando ello es incierto. Por el contrario el medio es también para las voces agudas pero debidamente educadas. Lo demuestra BBC Mundo, Caracol y RCN de Colombia donde tienen cabida. Es cuestión de conocer y practicar las modulaciones de voz.
Con una voz educada se pueden hacer maravillas ante el micrófono. No por ello necesariamente grave. De lo que se trata es de sacarle color a la voz cualquiera sea su tipo. Pues, suele ocurrir que una voz fuerte carece de colorido mientras que una aguda exhibe brillo ante el micrófono. De nada sirve una voz de ese tipo sino se le sabe usar con eficacia.
Por lo que para el cabal cumplimiento de sus funciones se requiere el conocimiento de la retórica que los griegos legaron a la cultura occidental por conducto de sus filósofos, entre estos Aristóteles.
Para su eficiente desempeño el buen locutor debe dominar ante el micrófono, entre otras, las siguientes cualidades: Ser siempre oportuno para salir de un apuro, corregir sobre la marcha, ser capaz de improvisar y comentar cuando lo requiera la situación, sobre todo cuando narra noticias.
Sea locutor o periodista en labores de narrador nunca debe calificar ni menos descalificar el contenido de un texto. Eso es injerencismo e invasión de campo. Es de muy mal gusto y falto de ética profesional decir al aire que el texto presenta defectos. Máxime si quien lo hace es un neófito o ignorante. Igual cuando se equivoca debe usar la expresión “me corrijo” en lugar de “corrijo” pues el error no es del redactor.
Para hablar cotidianamente por la radio no necesariamente se requiere poseer el nivel cultural de un académico, pero si unas condiciones mínimas para su mejor desempeño. En tal sentido, la periodista mexicana Lidia Camacho Camacho sostiene que por la radio habla mucha gente, pero es muy poca la que sabe de radio. Curiosamente, ocurre por igual con los certificados y los empíricos por la falta de estudio del medio. Así un locutor titulado no pasa de ser un simple anunciador de discos sin profundizar en el arte de la música.
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En fin, la profesión de locutor hoy comporta un serio compromiso con la sociedad dada su preponderante influencia en la misma. Recordemos que una masa de escuchas lo sigue diariamente desde una variedad de dispositivos tecnológicos ganando mayor cobertura.
Los radicales cambios generados por las tecnologías de la información y comunicación (tic) plantean el advenimiento de un nuevo profesional de la locución. Un profesional preparado culturalmente para asumir el reto de dichos cambios. Un locutor de dimensiones globales a quien hoy por la web lo escuchan en un mundo sin fronteras geográficas.
Con todo, feliz Día Nacional del Locutor este 11 de diciembre en homenaje al natalicio de Renny Ottolina, el Número Uno.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal1