¿Quiénes serán? Se preguntaban las hermanas Marylú y Mariela Leal mientras el rumor se propagaba de boca en boca: en la parroquia estaban por elegir a las personas encargadas de confeccionar el vestido que luciría la Divina Pastora en la peregrinación número 168 de a Barquisimeto el 14 de enero 2026.
Ellas cuentan con un taller de costura y, con entusiasmo, pensaron en ofrecer ayuda. Así lo comentaron entre sí. Fue entonces cuando una de las hermanas decidió hablar con el padre Amado Camacaro, párroco de la iglesia Inmaculada Concepción de El Tocuyo, municipio Morán, y manifestarle su disposición a colaborar en la elaboración del atuendo. La sorpresa fue aún mayor cuando escucharon su respuesta: ustedes serán las encargadas de realizar el vestido.
“Imagínate la sorpresa”, comenta emocionada. Recuerda que el padre les comunicó la decisión en agosto, un domingo después de misa. Desde ese instante empezaron a desarrollar la idea, y desde el principio tenían claro que harían un vestido folclórico y autóctono que reflejara las raíces tocuyanas, morandinas. Fue entonces, cuando comenzaron a imaginar a una Divina Pastora caminando junto a ellas, de lado a lado conversando”. Ese concepto fue la base general del diseño del vestido, comenta Marylú a El Informador Venezuela.
Decidir los elementos que se plasmaran en el vestido, requirió un estudio minucioso sobre costumbres, maneras de vestir, la indumentaria de la época cuándo surge el baile del tamunangue, los artesanos que tejían las varas, los garrotes. Se escucharon historias y testimonios de personas. “Todas esas ideas las fueron estampando en el vestido”.
Para realizar la capa también se realizó un trabajo de investigación, acota.
«Como mencioné antes, mi hermana y yo llevamos años dedicándonos a la costura. Además, tenemos la fortuna de contar con la cercanía de grandes ilustradoras y creadoras conceptuales de alto nivel. Nos reunimos en la casa de mi mamá, y fue ahí donde comenzamos a dar forma a la idea».
Aunque las hermanas Leal son la cara visible detrás de la confección del atuendo de la Virgen y el Niño, en realidad, este trabajo fue el resultado de un equipo de personas que aportaron su talento y dedicación a esta obra con vocación mariana.
El garrote y las alpargatas, por ejemplo, fueron elaborados por artesanos especializados. Igualmente el liquiliqui, se llamaron a los colaboradores, quienes manifestaron su disposición para participar en el proyecto, relata.
«Una vez definida la idea me sentí muy segura y en sintonía». Esto se debe a que las expertas en el tema, Mariana Rodríguez Leal y María Giannina Álvarez, siempre han trabajado con nosotras. Desde pequeñas estuvieron involucradas, pero con el tiempo avanzaron hacia otros niveles de especialización. Esa evolución fue clave para construir un concepto en el que no se pasaran por alto los detalles.
Para definir los textiles, elegir colores, tonalidades, los ilustradores y creadoras se trasladaron al Museo Arquidiocesano de Santa Rosa, en donde revisaron cada vestido, textil, origen, quienes lo donaban, en qué se inspiraban. Se analizaron todos los vestidos y “dijimos vamos a hacer algo distinto”.
También se reunieron con el equipo encargado de vestir a la Virgen, quienes facilitan numerosos vestidos. Esto permitió observar de cerca las medidas, la silueta de la Virgen y todos los detalles necesarios. Mi hermana es especialista en patronaje, se encargó de elaborar los patrones, dice Marylú.
Se elaboró un diseño, que es muy singular. El vestido presenta un aspecto diferente según el ángulo: desde el lado izquierdo luce de una manera, desde el derecho de otra, y desde el frente ofrece una vista distinta, ya que se confeccionó con tres textiles y colores distintos.
“No fue un vestido creado simplemente por hacerlo, sino que teníamos muy claro que era una ofrenda para la Virgen. Todo fluyó de manera natural: las ideas, las colaboraciones”.

Reconozco que sentí nervios, el día ante de la presentación oficial organizada por la Arquidiócesis de Barquisimeto, un ambiente de expectativa se respira en el aire. Bajo la mirada atenta del escrutinio público, las preguntas empiezan a surgir en la mente: ¿será del agrado de la gente?, ¿qué pensarán de las flores?, ¿y de los colores? . Todo salió bien.
La define como una labor gratificante. Los coordinadores de las parroquias se reunieron y les informamos que sería un concepto folclórico. A partir de ahí, muchas personas empezaron a contribuir con ideas, muchas de las cuales coincidieron entre sí. Todo eso quedó reflejado en el vestido: historia, cotidianidad, celebración y devoción.
Para las hermanas Leal, “confeccionar el vestido de la Divina Pastora, marca un antes y un después. “Hemos hecho numerosos trabajos significativos, pero este tiene un valor especialmente único, lo hicimos con mucha devoción y mucha oración”, destacó. AC