Cientos de seguidores de un influyente clérigo chií acamparon el domingo 31 de julio en el interior del Parlamento iraquí, después de derribar los muros de seguridad que rodean el edificio e irrumpir en él el día anterior.
Los manifestantes —seguidores del clérigo chií iraquí Muqtada al-Sadr— se comprometieron a mantener una sentada por tiempo indefinido para desbaratar los esfuerzos de sus rivales de los grupos políticos respaldados por Irán para formar el próximo gobierno del país petrolero.
Los acontecimientos han catapultado la política iraquí al centro de la escena, sumiendo al país en una crisis política a medida que se desarrolla una lucha de poder entre los dos principales grupos chiíes.
El domingo, la sentada parecía más una celebración alegre que una protesta política: los seguidores de Al-Sadr bailaban, rezaban y coreaban eslóganes dentro del Parlamento, en alabanza de su líder.
Entre tanto, dormían la siesta en los colchones que cubrían los grandes salones.
Fue una escena muy diferente a la del sábado, cuando los manifestantes utilizaron cuerdas y cadenas para derribar los muros de cemento que rodean la fortificada Zona Verde de Bagdad, y luego inundaron el edificio de la asamblea. Fue la segunda irrupción de este tipo la semana pasada, pero esta vez no se dispersaron pacíficamente.
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